Bienvenidos al Reino de Chile

Cristián Warnken | Sección: Política

Esta es una parte del diálogo entre Ana Vergara, hasta ayer candidata a senadora por el partido Igualdad por Ñuble, y un conductor de un medio local:

—“Ha salido ese término en estos días en el debate: el término ‘república’. ¿Qué piensa usted?

—Yo creo que deberíamos ser una monarquía (sic).

—¿Cómo es eso? —pregunta el conductor sorprendido (aunque no perplejo, como uno esperaría).

—Sí, por supuesto, que tengamos un monarca y que él se haga cargo de las Fuerzas Armadas, por ejemplo; de la educación, de…

—¿Hablamos de un monarca tal como los que conocemos… o está pensando en un Primer Ministro?

—Yo pienso que debiéramos ser el Reino de Chile. Eso nos daría identidad que perdimos cuando llegaron los españoles y los pueblos originarios se vieron conquistados”.

La joven candidata fue “bajada” por su delirio. Pero hay que ser justos con ella: al menos fue abiertamente delirante. Porque delirios abundan por estos lares hace tiempo, desde que un fervor refundacional se apoderó de la discusión pública. Lo que pasa es que algunos de esos otros delirios se disfrazan de “verdades” y sacan aplausos de la platea. Como en el cuento “El traje nuevo del emperador”, todos celebran un traje (el del rey) que no existe y nadie se atreve a decir que en verdad andaba pilucho. Así ha ocurrido con los tres (y ahora) cuatro retiros, con el exceso de bonos IFE (el carnaval indiscriminado de bonos), el intento de eliminar la palabra “república”, la aprobación de un reglamento para castigar a los “negacionistas”: propuesta —hay que decirlo— de un convencional del partido más negacionista en violaciones de DD.HH. en Latinoamérica: el Partido Comunista. “¡La cueca arriba del piano!”. Agreguémosle la jerigonza del lenguaje inclusivo, sin base lingüística alguna. “Es que no es la hora de los expertos”, dicen. ¿Y de quién es la hora entonces? “Es la hora del Pueblo, no de la casta”, dicen. Uno ve muy empoderados a ciertos “representantes del pueblo” que desprecian la economía, la historia, la lingüística y que hablan desde la total ignorancia, con desfachatez impúdica. No hay nada peor que la combinación de fanatismo e ignorancia. Estamos consumidos por el fuego de la ignorancia, denunciado alguna vez por Buda. Un talibanismo local gana cada vez más terreno (un “buenismo” sin límites) y uno no sabe si llorar o reír. Reír tal vez sea lo único que nos queda, compatriotas. La infantilización de Chile se ha agudizado a grados preocupantes. No olvidemos que cuando uno se “acuesta con niños, despierta mojado”. Son quizás muchos años de estar expuestos a la farándula, es el desprecio por las clases de historia y las humanidades. Al escuchar la propuesta del Reino de Chile de nuestra “ex” candidata recordé los versos que aprendí de memoria en el colegio del poema “La Araucana”, cuando se estudiaba historia:

Chile, fértil provincia y señalada/ de la región antártica famosa(..)/ la gente que produce es tan granada/ tan soberbia, gallarda y belicosa/ que no ha sido por rey jamás regida/ ni a extranjero dominio sometida”.

Quien debe haber despertado de su tumba al oír esta propuesta es Orélie Antoine de Tounens, aventurero francés fallecido en 1878, que fundó una monarquía constitucional hereditaria a su nombre y se proclamó como Aurelio I, Rey de la Patagonia y La Araucanía. Pero los mapuches del Valle Central lo denunciaron al Estado chileno y fue declarado “loco” y expulsado. Hoy día nadie se atreve a hacer frente a los “locos”. Los pueden acusar de “negacionismo” o quizás qué. Habrá que estar atentos ahora a las propuestas de los nuevos candidatos a la Presidencia que se están subiendo al podio (¡son 9!), de partidos “imaginarios”, con “programas imaginarios”. Pensándolo bien: tal vez de verdad necesitemos un Monarca (como en España o Inglaterra) que nos pueda proteger de estos “Tejeros” chilensis, dispuestos a imponer sus delirios y deconstruirlo todo. ¡Que vuelva la candidata!

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por  El Mercurio, el jueves 26 de agosto del 2021.