Necesitamos paz social

Germán Gómez V. | Sección: Política, Sociedad

Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Chile (financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo) reveló que en el país las condiciones de bienestar han decaído, fuertemente, a raíz de las forzosas restricciones aplicadas para contrarrestar la pandemia. De acuerdo a las conclusiones de esta investigación, lo que las personas sienten y piensan respecto de sus vidas es desfavorable, y una proporción importante de quienes respondieron al estudio señalan tener miedo y pensamientos negativos a menudo o siempre en las últimas cuatro semanas. Otros estudios, también recientes, han concluido que una gran parte de los ciudadanos se han visto severamente afectado en sus ámbitos emocionales. Con todo, es un hecho que la estabilidad, la fuerza y la paz personal se han visto vulneradas y muy tensionadas en estos casi dos años que llevamos enfrentando al Sars-cov-2.

En este contexto, no debería resultar difícil comprender que la paz social es un factor de estabilidad que, junto al ámbito espiritual, constituyen el último reservorio de energía moral, contención, ilusión, optimismo y sentido de trascendencia que puede incidir en una experiencia vital diferente. En cuanto a la paz social específicamente, conviene subrayar que en sí misma es una fuente esperanzadora que perfila un futuro favorable, positivo y benigno. Por esta razón es que los actores políticos, que hoy ocupan un enorme espacio de la vida social por el proceso constituyente y las elecciones parlamentarias y presidencial en curso, tienen una gran e ineludible responsabilidad con la ciudadanía: deben garantizar la paz social, procurando que sus actos no generen otra fuente de aflicción, languidez y malestar en las personas. Por lo pronto, cabe recordar que desde antiguo se ha visto que la política es la búsqueda común de la felicidad. Aristóteles por ejemplo, comprendió muy bien que la sociedad se organiza precisamente con el fin de que sus ciudadanos alcancen la felicidad.

Ahora bien, en su libro En Busca de La Política, Zygmunt Bauman describe una metáfora que ilustra de manera muy clara la sensación de incertidumbre y desprotección que podríamos experimentar en tanto ciudadanos, en el caso que expongo. El sociólogo y filósofo polaco en ese texto publicado hace más de 20 años señala que, “La actual inseguridad es similar a la sensación que experimentan los pasajeros de un avión cuando descubren que la cabina del piloto está vacía, que la amigable voz del capitán es solamente la grabación de un mensaje viejo”. ¿Acaso la ausencia de paz social que parece estar generándose, no nos haría sentir esa misma inseguridad?; ¿habrán pensado los actores políticos que sumar inestabilidad e intranquilidad social a los adversos efectos provocados por la pandemia, provocaría un tsunami moral?

Las relaciones hostiles que se advierten en el dinámico, acuciante, intenso y en gran medida frenético activismo político que se vive en el país, deberían ser prontamente desplazadas por una cultura social nutritiva, sustentada en el respeto, la sencillez, y desde luego, en una deliberación racional en la que prime un sentido de humildad.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el miércoles 21 de julio del 2021.