Nuestra actual situación (V)

Alfonso Hidalgo | Sección: Política, Sociedad

Una actuación cada vez menos disimulada

Otro factor que no deja de llamar la atención y que al mismo tiempo puede ser un muy buen indicador de lo avanzado que se encuentra este lamentable proceso, es el creciente descaro y la preocupante falta de disimulo que el actual progresismo manifiesta en los objetivos que dice querer alcanzar, tanto a nivel nacional como internacional. Situación que resulta especialmente inquietante, pues no ha sido infrecuente que este modo de proceder se haga incluso si de manera flagrante se salta la ley o los procedimientos democráticos.

De hecho y sin exagerar, esta situación ha sufrido un salto increíble en el último año, mostrando a una opinión pública cada vez más adormecida y formateada, los verdaderos propósitos de buena parte de nuestra clase gobernante y de las instancias internacionales, sin que se produzca reacción alguna o esta sea claramente débil y timorata. Todo esto se relaciona de manera estrecha al monopolio ideológico de los medios de comunicación y de las redes sociales tantas veces señalado, que solo dejan oír su versión de la supuesta realidad. Es por eso que se ha dicho que la actual batalla yace hoy en lo que los sujetos piensan, creen y sienten, para lo cual resulta imprescindible controlar al máximo lo que ellos “ven”, o incluso que vean y crean lo que no es.

Ahora bien, si existe cada vez menor vergüenza o disimulo para manifestar sin tapujos las verdaderas intenciones del progresismo, ello se debe a que ya no es tan importante mantener las apariencias, al no tener miedo a las secuelas que podría producir el expresar estas intenciones de una manera tan cruda, o incluso se considere que no las habrá en absoluto. A mayor abundamiento, los medios de comunicación han ido acostumbrando paulatinamente a la opinión pública a la “normalidad” de dichos mensajes. 

Todo lo dicho demuestra también el notable grado de corrupción y de contubernio que existe entre quienes participan en este proceso de dominación tanto global como doméstico. En realidad, a tanto parece llegar su seguridad, que eso explicaría que consideren que ya no es necesario perder el tiempo aparentando lo que no son, que no teman recibir represalias por ello, ni consideren que lo anterior pueda afectar los resultados que buscan alcanzar. 

Por iguales razones –y esperamos estar completamente equivocados–, todo parece indicar que las fuerzas que se oponen a este proceso se encuentran debilitadas, divididas y desorganizadas, aunque también debe reconocerse que los medios de comunicación hegemónicos harán todo lo que esté de su mano para dar esta impresión. Sin embargo, y pese a que hay varios medios alternativos que insisten en lo contrario, e incluso que se están llevando a cabo acciones exitosas que apuntan a contrarrestar este globalismo (para “drenar el pantano”, como usualmente se dice), las apariencias al menos inducen a creer que los partidarios de dicho globalismo son cada vez más fuertes, lo cual explicaría su creciente descaro al momento de actuar.