Trabajo territorial: el poder del testimonio

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: Política

En recientes encuentros de grupos de formación, es evidente el entusiasmo de los participantes por la defensa de nuestros principios republicanos y el deseo de seguir adelante dando la batalla por Chile, no por capricho ni vanagloria, sino por convicción en la importancia de nuestros valores culturales para el porvenir de la nación y por las generaciones venideras. Sin embargo, hay un factor común que se manifiesta en la mayoría de los participantes, todos ellos de los más diversos grupos etarios, laborales y geográficos, incluyendo compatriotas en el extranjero: la inquietud por cómo atraer más ciudadanos, convencerlos y re-encantarlos con el compromiso por nuestra República.

La pérdida de liderazgos en la derecha tradicional, nombre genérico para el bloque UDI-RN-Evópoli, trajo consigo el desencanto, la frustración, y por qué no decirlo, hasta el desprecio por parte de su electorado y simpatizantes. No es de extrañar que estos tal vez no conocían a cabalidad las declaraciones de principios de estos partidos, sin embargo, había un espíritu común, códigos morales implícitos, no transables, por los cuales adherían. Cuando negociar los principios, sea por miedo, mantención del poder o simples minucias políticas, se transformó en práctica común de la derecha tradicional, comenzó el desencanto y el éxodo de ciudadanos de derecha con convicciones no hacia el terreno de las izquierdas, sino a un limbo sediento de liderazgo. Para este sector, la imagen de las “caras tristes” cuando fuera entregada la Constitución en las manos de terroristas en aquel 15 de Noviembre de 2019, es la prueba viva de que ese sector ya no era lo de ellos. Esa noche fue el clímax del entreguismo que ya había comenzado al menos dos décadas atrás, cuando el trabajo territorial con juntas de vecinos y agrupaciones en sectores populares de la sociedad, las universidades, gremios profesionales, en definitiva, los más diversos cuerpos intermedios, fue dejándose de lado.

El potencial existe, y la mejor manera de recuperarlo es a través del trabajo territorial y para dicha tarea todos podemos contribuir. No es necesario esperar la constitución de pequeñas organizaciones locales, podemos hacerlo también de manera individual, persona a persona. Para ello, nada más potente que nuestro propio testimonio. En cada uno de los ámbitos en que participamos, sea familiar, laboral, círculos profesionales, y tantos otros, debemos ir en la búsqueda de todos aquellos desencantados, ávidos por un Chile donde vuelva a imperar el orden, la cordura y el sentido común, preciosos valores para el orden de una nación que en nuestro país parecen estar en estado de extinción.

Para ello es importante tener muy claros los principios. En estos encuentros de persona a persona, no se trata de dar una clase sobre la declaración de principios del Partido Republicano, sino mostrar la importancia de estos principios en acción, abstraídos en nuestro propio testimonio de vida. Hemos notado que en estos últimos años mostrar datos del éxito del modelo de país que teníamos es absolutamente infructuoso pues se ha instalado en la mente del ciudadano común la práctica de dar más atención al tal llamado “relato” que a las evidencias. Esto hace que adquiera mayor relevancia nuestro testimonio personal.

¿Cómo mostrar el efecto positivo de nuestros principios a través de nuestra vida? En cada uno de los ámbitos en que nos desarrollamos podemos influenciar positivamente otros ciudadanos, los que, en parte importante de los casos, me atrevo a pensar que congenian con nuestros principios, pero no lo saben, y si lo saben, temen porque la intolerancia de los que se dicen tolerantes se ha dedicado a callar a estos ciudadanos de bien: ¿qué familia no desea que sus hijos se eduquen en un entorno saludable? ¿Qué emprendedor no desea poder desarrollar su trabajo sin miedo de que le destruyan sus años de esfuerzo? ¿Cuántos no desean vivir su vida espiritual y de fe sin ser apuntado con el dedo inquisidor que lo tilde de fanático, retrógrado y cuánto descalificativo que no se aproxima al dolor de ver su templo profanado?

Llevemos a cada persona nuestros principios en acción en nosotros mismos. No olvidemos, 60% de los chilenos no votó en las últimas elecciones, cuyo resultado, por tanto, no refleja el sentir nacional. En el libro de Hechos de los Apóstoles fue utilizado por primera vez el término “cristianos” para referirse al pequeño pero creciente grupo de seguidores de Cristo; Tertuliano, teólogo y padre de la Iglesia en Cartago decía “miren cómo se aman”. Así como el amor es la impronta que caracteriza a los que profesan el Verbo de Cristo, que el sentido común, el amor a la familia y a la vida desde su concepción, el esfuerzo, el trabajo, el respeto a la autoridad y el amor Dios y a nuestra República sea la marca estampada en nosotros al punto que otros no solo la identifiquen, sino que se animen a seguirla.