El camino a la división en el Vaticano

Magdalena Moncada | Sección: Religión

Desde antes de asumir el papa Francisco como Sumo Pontífice, y exponencialmente luego de esto, han existido innumerables desacuerdos entre obispos y cardenales; desacuerdos que han ido marcando una relación hostil entre los clérigos de la Iglesia.

Se podría indicar como principio de estos desacuerdos dentro del pontificado de Francisco, las cinco “dubias” (2016) presentadas por los cardenales Cafarra, Brandmuller, Burke y Meisner, los cuales pedían aclaración por frases equívocas y confusas escritas en la exhortación de Amoris Laetitia. Pero a este tenso momento, que jamás fue resuelto porque las dubias no fueron contestadas, se puede señalar como hitos de este escalamiento de hostilidad: La carta de monseñor Viganó (2018), nuncio del papa Benedicto, pidiendo la renuncia al papa Francisco, al vincularlo con el encubrimiento de abusos sexuales en Estados Unidos; el Sínodo de la Amazonía (2019), el cual contuvo ceremonias paganas en los jardines del vaticano, la colocación de ídolos dentro de las iglesias en Roma, las cuales fueron removidas por jóvenes austríacosquienes lanzaron las imágenes de la “Pachamama” al río, sólo para que ellas fueran rescatadas del río a petición del papa. A eso le sumamos el momento en que el papa Francisco le besa los pies a líderes de Sudán (2019); el acuerdo que hizo con el gobierno comunista Chino (2018), autorizando su intervención para nombrar Obispos; la visita que realizó en Bolivia, en donde recibió un Cristo crucificado sobre el símbolo comunista de la hoz y el martillo por parte de Evo Morales (2015); la estatua de Lutero puesta en el Vaticano (2016), con polémicas frases respecto a la figura de Lutero; y un largo etcétera.

Ante esto, los fieles se han pronunciado en múltiples ocasiones, presentando: la “Correctio Filialis de haeresibus propagatis” carta por laicos y clérigos (2017), señalando que el papa ha “propagado herejías; la carta de 19 sacerdotes católicos (2019), pidiéndole a Francisco que “abjure de las herejías que ha profesado”; la carta de fieles católicos dirigida a los Obispos de la Iglesia señalando que Francisco ha incurrido en herejía (2019).

Hoy estamos frente a dos nuevas grandes disputas en la Iglesia: la ocasionada con motivo de la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde se señala que no se pueden bendecir uniones homosexuales, y la disputa a nivel mundial respecto a las restricciones a la libertad religiosa con motivo de la pandemia.

Ambas son huracanes en sí mismas.

Respecto a la restricción de la libertad religiosa, una buena parte del mundo lleva más de un año sin poder asistir a misa regularmente. En Chile la situación ha sido crítica: durante la Semana Santa del año 2020, la autoridad eclesiástica dispensó de la asistencia a la misa dominical y mandató la comunión en la mano (norma que sigue vigente); la capital del país, junto con varias regiones, estuvieron 90 días en cuarentena total a partir del 18 de marzo del 2020, lo que significó que no hubo misas para los fieles. Luego, cuando volvieron a abrirse parcialmente ciertas comunas del país, se retomaron las misas con aforos mínimos. En marzo del 2021, en un sorprendente y abusivo acto administrativo, se determinó que la misa no podría celebrarse ningún día de la semana, incluso en las comunas que no se encontraban en cuarentena, decisión que fue reclamada por los Obispos chilenos, autorizando la misa con un máximo de 5 personas. Conjuntamente, se presentaron múltiples recursos de protección ante la Corte Suprema, pidiendo la no restricción del derecho a la libertad religiosa, ganándose el primer recurso en marzo del 2021, autorizando las misas en Chile, pero respetando los límites de aforos impuestos por el gobierno, razón por la cual, al día de hoy, se encuentra nuevamente en cuarentena total la capital del país (junto con otras comunas), y las misas en Chile mantienen la restricción de máximo 5 personas dentro del templo.

En otros países la resistencia se ha dado con mayor o menos fuerza: en París, se abrió un procedimiento canónico contra un párroco por no haber respetado las normas sanitarias, párroco que recibió el apoyo del Cardenal Sarah. A su vez, un párroco en Vanzago, Italia, fue destituido por cuestionar las medidas anti coronavirus; el arzobispo Eguren, en Perú, se ha manifestado en contra de las restricciones a la asistencia a misa este año 2021; y en Escocia, el Tribunal Supremo determinó este 2021 que la prohibición de culto es ilegal.

Por otro lado, la dictación del referéndum de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre las uniones homosexuales, produjo que pocos días luego de ser publicada, obispos austríacos afirmasen que no harían caso del documento y seguirían bendiciendo uniones homosexuales; rebeldía que incluso tiene fecha entre los obispos alemanes quienes señalaron que a partir del 10 de mayo iniciarán dichas bendiciones, en franco desacato a lo pronunciado por el Vaticano. Es más, el obispo Overbeck llamó directamente a desobedecer la instrucción de la Congregación y a bendecir dichas uniones, ya que “no habrá consecuencias”; y un párroco italiano se negó a bendecir los ramos de olivo en el Domingo de Ramos, ante la negativa de poder bendecir uniones homosexuales. Ante esto, el obispo de San Sebatián, José Ignacio Munilla, ha hecho un llamado de ayuno y oración por la revolución en la iglesia alemana. Y el cardenal Brandmuller señaló que lo ocurrido en Alemania es “cisma y herejía”. A su vez, el cardenal Ouedrago, de Burkina Faso, invitó a los cristianos a una rebelión al matrimonio de personas del mismo sexo; y el arzobispo Sample, de Oregón, agradeció la aclaración respecto a este tema controvertido.

Lamentablemente, todas estas disputas no parecieran terminar acá: en el horizonte tenemos el debate por el celibato sacerdotal; la ordenación sacerdotal de mujeres; y la cuestión del quinto dogma mariano, que ha sido rechazado reiteradas veces por el papa Francisco, pero que es anhelado en su proclamación por múltiples fieles y sacerdotes.

Así, pareciera ser que este incremento de desacuerdos en la Iglesia, sólo aumentará con el tiempo, ya que ellos mismos son originados en puntos clave de la fe y el magisterio, puntos que se ven como irreconciliables el uno con el otro. 

Ante este panorama, a los fieles nos toca rezar con fe por la unidad clerical, y respecto a la conducción de la Iglesia Universal, cabe esperar un liderazgo firme, que sepa encauzar estos enfrentamientos, y darle un poco más de claridad a la Iglesia y sus fieles; o bien, la intervención de un nuevo gran santo de la Iglesia, que vuelva a anunciar al mundo que la Iglesia es Una, es Santa, Católica y Apostólica.