Acuerdo Faustiano

Jorge Pérez | Sección: Política

Si algo ha dejado en evidencia el “estallido social” es que el crecimiento económico es necesario, pero no es suficiente para darle estabilidad política al país. 

Durante los gobiernos de la concertación la derecha chilena estuvo controlada por los intereses de inversionistas que naturalmente buscaban aprovechar el vigoroso crecimiento económico del país para acumular capital privado. Pero esto llevó al estado a valorar excesivamente el crecimiento económico para tener contentos a estos inversionistas, que eran capaces de manipular el sistema político. Incluso haciendo que el estado hiciera la vista gorda a las externalidades para “pichicatear” el crecimiento económico. Pero este era un crecimiento económico con fecha de expiración, potenciado artificialmente por décadas de atraso económico producto del estatismo. Esta era una oportunidad irrepetible para los inversionistas en la economía chilena. 

Esta obsesión con el crecimiento económico sin preocuparse de sus posibles externalidades de largo plazo fue políticamente irresponsable. Un ejemplo de esto es cómo el crecimiento de Santiago se entregó a los socios de la cámara chilena de la construcción, sin pensar en las consecuencias que esto podría tener para los futuros habitantes de la ciudad. 

Cuando el sistema político obliga a la sociedad a subsidiar la acumulación de capital privada absorbiendo externalidades, lo que hacen es deslegitimar políticamente la economía de mercado.

Si todo esto fuera poco, la derecha económica se sentía cómoda entregándole las instituciones del estado a la izquierda a cambio de que no molestaran a los inversionistas. 

Se produjo entonces un acuerdo faustiano entre la izquierda y la derecha, donde al parecer cada uno tenía esferas de poder. La derecha se quedó con el mercado, y la izquierda se quedó con el estado. ¿Qué hizo la derecha? Proteger el crecimiento económico ¿Qué hizo la izquierda? Dejar que la izquierda marxista infiltrara las instituciones del estado. 

Uno se hace la pregunta: ahora que la derecha económica le entregó a la izquierda el estado, ¿qué tiene la derecha de valor para negociar con la izquierda y así proteger el capital de los inversionistas? ¿La nueva constitución? 

La derecha tiene que hacerse una autocrítica y reconocer que ha entregado demasiado poder a los inversionistas para negociar el futuro del país con la izquierda. La derecha no se puede sorprender que los inversionistas hayan usado este poder para proteger su capital a costa de la derecha misma, y que seguramente lo van a seguir usando con ese fin. 

La derecha le falló al país porque pensó más en el crecimiento económico que necesitaban los inversionistas para acumular capital, que en darle estabilidad política de largo plazo a la sociedad chilena. 

Chile quemó su crecimiento económico de rebote, generando externalidades importantes que la sociedad chilena va a pagar con inestabilidad política por mucho tiempo. En el fondo se invirtió en subsidiar la acumulación de capital de unos pocos generando externalidades que la izquierda marxista va a capitalizar para fomentar la inestabilidad política en el país. No nos podemos volver a dar el lujo de tener un crecimiento económico que sea funcional al partido comunista. Esa es una externalidad bastante importante para un crecimiento económico de rebote que no se va a repetir fácilmente.

En este momento el país no se puede dar el lujo de una negociación constitucional a puerta cerrada entre los inversionistas y los marxistas. Si lo vamos a hacer, mejor le entregamos el país a China, que tiene experiencia con este tipo de experimentos. 

La derecha tiene que controlar a los inversionistas para que no negocien el futuro del país a puerta cerrada con la izquierda marxista. Porque racionalmente van a negociar en función de sus intereses económico-corporativos y no en función del interés nacional. Es más, van a confundir el interés nacional con el interés corporativo. No hay que olvidar que la estabilidad política de largo plazo de Chile vale más que los intereses económicos transitorios de los inversionistas y mucho más que los intereses políticos totalitarios del marxismo globalista latinoamericano. 

Finalmente, yo diría a los empresarios y a los marxistas que si la nueva constitución no le da estabilidad económica y política al país, se va a volver a la constitución de 1980. Para que tomen consciencia de que sus malas decisiones para la sociedad van a tener consecuencias para ellos.