¡Que pase el siguiente!

Joaquín Muñoz L. | Sección: Historia, Política

Cada día es más difícil escribir.  La lógica y el sentido común nos dicen que no hay que perder el tiempo, o sea, no ocuparlo en actividades inútiles.  En el Chile actual, parece inútil escribir para oponerse a la vorágine deconstructivista.  Tal vez, escribir sólo sea un ejercicio testimonial condenado al fracaso.  No obstante, hay que hacerlo, nunca se sabe a cabalidad si alguien lo va a aprovechar o no.  Lo que sí está claro, es que quien lo aproveche no será una autoridad importante en la cruzada por salvar nuestra patria de su disolución, nuestra forma de vida y nuestros valores occidentales, sino un ciudadano de a pie o algún líder de los cada vez más escasos, una verdadera anomalía.  Un panorama poco alentador.

Las razones para estar pesimista sobran, pero, en el fondo, es una sola: negarse a enfrentar al adversario, mirar para el lado.  Los motivos para esto pueden ser variados, tales como intereses económicos, oportunismo, estar a la moda, cobardía, etc., pero el más influyente es la falta de patriotismo.  Si a esta última le sumamos la falta de formación teórica, la combinación es un polvorín que está explotando exponencialmente.  Cada día, somos testigos de más  hechos repudiables y del cada vez mayor entreguismo de quienes están llamados a impedir estos hechos.

Preguntarse quién ganará las elecciones no es tema porque la zurdería ya ganó.  Jugamos con sus reglas de momento que los temas de la agenda los pone ella, por esto, son sus símbolos, lenguaje, visiones, personajes, etc. los que están en el centro del debate y se han transformado en el eje ordenador de nuestra vida cívica y social.  El entreguismos de los “no izquierdistas” es grosero.  Hace años que se inició este fenómeno, casi imperceptible al principio, pero ahora su magnitud es tal que se puede ver a “ojos cerrados”.  Lo peor es que quienes dieron la entrada a esta corriente deconstructivista eran, en ese entonces, personas fieles a sus principios.  No entendieron lo que había detrás, sin duda, la pérdida o debilitamiento del sentido trascendente de la vida hizo mella en el patriotismo, la fe o la visión de familia, quedando así la mesa servida para menospreciar el conocimiento que no diera frutos representables en una planilla excel.  Estaba en el plano de la locura hablar de guerra ideológica, neomarxismo, deconstrucción, guerra psicológica, revolución molecular, etc., así quien osaba tocar estos temas pasaba a ser motivo de risas o simplemente una figura pintoresca de nuestra fauna. 

Son muchos los responsables de este entreguismo, a veces conscientes, otras no.  Por ejemplo: 1) quienes, desde los 90, han quitado atribuciones a los padres sobre sus hijos en favor del Estado, comprándose el cuento del “bien superior del niño”, 2) quienes le dieron estatus legal a la bandera de la CAM, la bandera de la “causa mapuche”, pese a  que nadie les ha preguntado a los mapuches cuál es su verdadera causa, 3) quienes izan esta bandera, especialmente al norte del Maule, 4) quienes repiten como loros el término “pueblos originarios” para referirse a los pueblos indígenas, 5) quienes conmemoran el Día Internacional de La Mujer, pese a ser una efeméride de izquierda, 6) quienes proponen la creación de policías regionales o comunales para el apoyo a Carabineros, siendo que esto nos podría llevar a la atomización de las funciones del Estado,  7) quienes se compraron eso del “aporte de la inmigración” pese a las evidencias de que había “un gato encerrado rojo”, 8) quienes creen que se puede dialogar con la izquierda dominante y violentista y, por ello, hacen más y más concesiones a cambio de nada,  9) quienes pensaron que Sebastián Piñera era el mal menor, no habiendo ningún motivo para pensar así, 10) quienes hablan de “estallido social” en vez de hablar de “estallido subversivo” y, finalmente, 11) quienes hablan de los 100 millones de muertos del comunismo, pese a que esta cifra la da el propio comunismo, en realidad, son unos 400 millones y aumentando.  Solo por citar algunos ejemplos de este fenómeno de renuncia a luchar.  Ejemplos de cómo Chile está pauteado por el neomarxismo y su deconstrucción.  Lamentable e increíblemente, muchos patriotas valientes e inteligentes caen en estas trampas.

Una gran renuncia a seguir luchando

Los entendidos sostienen que una guerra se pierde cuando se renuncia a seguir luchando, por ello, toda la propaganda destinada a desmoralizar al enemigo y las enérgicas acciones militares iniciales más efectistas que efectivas muchas veces.  Por otra parte, el beligerante más débil también puede aplicar técnicas de desgaste psicológico.  Quien va ganando se va desanimando en la medida en que no puede traducir su ventaja en un éxito definitivo.  Galvarino perdió sus manos, pero ganó el duelo psicológico cuando su verdugo no se atrevió a cortarle la cabeza.

Era imprescindible haber explicado en qué consiste el entreguismo aunque sea someramente.

De todos los ejemplos de renuncia a luchar que hemos podido ver en los últimos 30 o 40 años, uno de los peores es haber decidido “esconder” el monumento al General Manuel Baquedano.  Se ha argumentado que se sacará para restaurarlo, pero ¿volverá a su plaza?  Esto depende de muchos factores.

Hay quienes están argumentando que el General Baquedano se merece el vandalismo del que es víctima a través de su monumento, porque dejó que sus soldados saquearan Lima.  Él era muy respetado dentro del Ejército por su rectitud, lo que lo llevó a ser el Comandante en Jefe.  En los hospitales de campaña de nuestro ejército, también se atendía a los heridos enemigos, solo por mencionar una muestra de hidalguía de su parte.  Tampoco entró en Lima por gusto, sino porque el Alcalde de Lima se lo solicitó para que detuviera el saqueo que los propios peruanos estaban realizando en ausencia de fuerzas de orden.

Desgraciadamente, todos los ejércitos de ocupación cometen abusos, y éstos son imposibles de detener para los Altos Mandos.  El General Baquedano estaba limitado en sus capacidades, hizo lo que pudo no más.  Todo hubiese sido más simple si Perú hubiera tenido un gobierno con quien pactar la paz, pero sus gobernantes huyeron.  Al respecto dos comentarios: es célebre el episodio del soldado que fue llevado ante él por desórdenes y que tenía mal puestas las medallas, y ¿por qué exigirle tanto al General Baquedano?  Un solo punto de referencia: él nunca promovió los abusos, a diferencia de muchos líderes militares aliados de las guerras mundiales que sí los promovieron contra la población alemana, pese a ser países “civilizados”, estar en Europa y en el siglo XX.

Entregar este monumento significa que ahora el lumpen toma decisiones que le competen a la autoridad.  Si lo botaban, los patriotas lo repondríamos, si lo volvían a botar, lo volveríamos a reponer, y así sucesivamente las veces que hubiese sido necesario.  Terminaría el lumpen cansándose, tal como le ocurrió al verdugo de Galvarino.

No obstante, la peor rendición en este asunto fue la del Ejército o, mejor dicho, de quienes toman las decisiones.  Todos sabemos que tenían poco margen de maniobra con las autoridades cobardes que nos gobiernan, pero pedir reiteradamente que se cambiara su ubicación es vergonzoso.  Deberían haber pedido atribuciones para defenderlo, aunque todos sabemos de antemano que no se las darían.  Sin duda, los responsables de esta decisión -no olvidemos que el Ejército es una institución jerarquizada-, olvidaron que formaban parte de un ejército “siempre vencedor, jamás vencido”, que son el “pueblo en armas” y que el pueblo chileno se levanta las veces que sea necesario.  Esperemos que, una vez restaurado el monumento al general más glorioso que hemos tenido, éste vuelva a su plaza.