Cuando los principios sí importan

Francisco Orrego | Sección: Política

El fantasma de un tercer retiro del 10% de los fondos previsionales surge ad portas de la elección de constituyentes. Cuando todos creíamos que la oleada de proyectos inconstitucionales iría en retirada, luego del categórico fallo del Tribunal Constitucional que determinó que era contrario a nuestro texto fundamental, el utilizar proyectos de reforma constitucional para invadir el ámbito de acción exclusivo del Ejecutivo, tal y como ocurría con los artículos transitorios que permitieron los dos primeros (¿y últimos?) retiros de los ahorros previsionales, ahora, una nueva moción parlamentaria vuelve a poner el tema en el tapete.

En su oportunidad, el debate que giró en torno a los dos proyectos previos junto con los argumentos técnicos -y la formulación de propuestas alternativas- no fueron suficientes para convencer a la clase política sobre los efectos nocivos que ambos tendrían en el largo plazo. El actual debate no promete mejores perspectivas. Para una gran mayoría opositora, la discusión sigue siendo ideológica, mientras que, para una minoría oficialista, la política improvisada y con calculadora lo justifica todo. En efecto, muchos de estos últimos, prefieren sumarse al vagón de la popularidad, renunciando a los valores, principios y convicciones de la centroderecha, junto con violar la Constitución.

Al igual que con el primer proyecto, en esta ocasión es la bancada de RN la que amenazó recientemente al Ejecutivo con aprobar el proyecto del tercer retiro. No podemos olvidar el origen del primer retiro. Lo que partió siendo una amenaza de 13 diputados de Chile Vamos, luego se transformó en una derrota política para el gobierno: el primer retiro terminó con el apoyo de 35 diputados de la coalición de gobierno, mientras que el segundo retiro fue aprobado por 48 diputados. Si, como leyó. A sabiendas de sus efectos negativos y de su inconstitucionalidad, un grupo importante de parlamentarios de la centroderecha, optó por guardar los principios en un cajón, y votar con la calculadora en la mano. Pero el asunto no termina ahí. Esta semana el diputado de RN Jorge Durán presentó su propio proyecto de ley para autorizar un tercer retiro.

Pero la culpa no es de ellos. La culpa es nuestra. Creímos que teníamos asegurada la defensa de las ideas y convicciones de la centroderecha en las elecciones pasadas, con la elección de una bancada numerosa de parlamentarios, olvidando, por completo, lo central: la capacidad y experiencia de nuestros candidatos. Así, nos pareció más importante el número de parlamentarios que elegíamos, que la calidad de los mismos. ¿De que sirvió esa estrategia? De poco y nada, es la respuesta más honesta que podemos encontrar. No sólo terminaron sumándose a los proyectos populistas e inconstitucionales, sino que además renunciaron a la Constitución de 1980 y la entregaron a la izquierda, como quien entrega una ofrenda a los dioses.

Los principios y valores escasean tristemente en la política de hoy. Ante la ausencia de convicciones, nuestros políticos caen, presionados por la contingencia, y el supuesto rating, de las redes sociales, en una actividad política simplista y matemática, donde prima el interés particular por sobre el interés general. Así, también vemos que hoy, como nunca, mandan las encuestas y los que las encargan. Y nuestros políticos, atrapados por la dictadura de las mediciones y menciones, se ven obligados a falsear, acomodar y/o renunciar a sus principios con tal de congraciarse con lo popular, con el click fácil, el rating irreal o las menciones generadas por una serie de herramientas, que para ellos se transforman en cantos de sirena y los hace partícipes, creyéndose protagonistas, de una supuesta mitología, burda, inexistente y banal.

Ya quedó demostrado que en política no sólo los números son importantes, sino que también las ideas. Y un político sin ideas -o pobremente desarrolladas- mal puede defenderlas. De ahí la importancia de elegir a conciencia en las próximas elecciones de constituyentes. Estamos a punto de cometer el mismo error. Me imagino que no querrá repetir la historia, cuyo final es, fúnebremente, por todos conocido.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el miércoles 17 de marzo del 2021.