Redes sociales: al servicio de la tiranía globalista

Pedro L. Llera | Sección: Política, Religión, Sociedad

He cerrado mis cuentas de Facebook y de Twitter. Las llamadas “redes sociales” se han convertido en un instrumento más de control social y de manipulación a escala global. La disidencia no se admite y no tardarán mucho en perseguir legalmente a quienes se atrevan a disentir del Pensamiento Único.

Los poderosos de este mundo quieren resetear el mundo a escala global: apagar y volver a iniciarlo todo de nuevo. Cuando se nos estropea el ordenador, es lo primero que hacemos. Y en la mayoría de las ocasiones, lo que causaba problemas deja de causarlos y el ordenador vuelva a funcionar. Pues eso es lo que quieren hacer con la sociedad a escala global los poderosos de este mundo: la ONU, el Foro Económico Mundial (más conocido como Foro de Davos) y la Iglesia del Nuevo Paradigma. Como el mundo no marcha bien, vamos a pararlo y a volver a empezar, cambiando lo que antes no funcionaba por un nuevo orden mundial que garantice una convivencia en paz en una sociedad feliz, respetuosa con la naturaleza, en el que todos seremos hermanos. Y quien no quiera ser hermano, que se vaya preparando… Y si no te gusta ese mundo nuevo maravilloso es que eres un fascista, trumpista, ultracatólico, reaccionario con cara de pepinillo en vinagre. Lo que viene a ser un aguafiestas, un integrista y un fanático reaccionario.

El Pensamiento Único debe imponerse a escala mundial y todos los medios son pocos para imponerlo: periódicos, cadenas de televisión, emisoras de radio, cine, series de televisión, plataformas de producción y distribución de contenidos digitales; y además, la escuela y sus contenidos transversales políticamente correctos. Y ahora, también las empresas privadas llamadas “redes sociales” se ponen al servicio de los mismos intereses tiránicos: alienación y adoctrinamiento mediante el entretenimiento. Cuando tienes el poder, las industrias “culturales”, las redes sociales que crean opinión pública y el mundo educativos (colegios y universidades), el reseteo global y la imposición del Pensamiento Único resulta sencillo. Y llegamos así a un trampantojo  de democracia en la que los partidos políticos se diferencian en sus caras, sus eslóganes, sus logotipos y poco más: en realidad, tras la apariencia de pluralidad, todos defienden la misma ideología globalista. Para resumirlo, ese Pensamiento Único podríamos calificarlo como el antievangelio y la iglesia del nuevo paradigma, como la anti-Iglesia:

Darwinismo: solo los fuertes y mejor dotados sobreviven. Los débiles – los enfermos, los discapacitados, los ancianos – deben perecer y los poderosos deben ayudarles a perecer: aborto, eutanasia, suicidio asistido… Y por otra parte, hay que ayudar a la evolución y aplicar los avances de la genética y de la tecnología para perfeccionar las capacidades físicas y mentales del ser humano, de modo que se pueda alargar indefinidamente la esperanza de vida y alcanzar la ansiada inmortalidad: vivir para siempre en este mundo. Porque no hay otro distinto de la realidad física: nada de metafísica ni de más allá. Estos quieren vivir eternamente en su paraíso terrenal particular que no ha creado ningún Dios, sino el propio hombre que desde las primeras páginas del Génesis ha querido ser como Dios. El problema es que sin Dios, no hay paraíso: hay infierno. Y camino vamos de él.

Maltusianismo: el número de habitantes del planeta es excesivo y nos dicen los iluminados estos que no hay recursos naturales para mantener a tantas bocas. Cuanta mayor sea la población mundial, más recursos consumen y más contaminan el medio ambiente. ¿Solución? Reducir la población mundial, especialmente en los países más pobres (los pobres tienen demasiados hijos que hay que mantener luego). ¿Cómo? Promover la anticoncepción, aborto y esterilizaciones masivas, políticas de hijo único (en China tienen amplia experiencia), promoción de la legalización del matrimonio homosexual (estéril por definición) y promoción de cualquier forma se sexo al margen de la procreación, como mero divertimento alienante para tener a las masas entretenidas y contentas.

Neopaganismo ecologista: la famosa Pachamama saltó a los medios de comunicación no hace tantos meses. Se trata de un culto neopagano a la “Madre Naturaleza”, convertida en una especie de ídolo con rasgos personales: la madre tierra sufre, castiga, se defiende de las agresiones sufridas, acoge a todas las criaturas vivientes. No solo es nuestra “casa común”, sino que además tendría la virtud de sentir, pensar y actuar como un ser vivo o como un dios que lanzara pandemias como castigo por el maltrato que recibe por parte de los hombres. Esta nueva religión tiene aspectos panteístas (todo está conectado con todo: Avatar), panteístas (todo es dios y dios es todo), indigenistas y proclama un culto a la naturaleza que enlaza con al maltusianismo y el darwinismo. Los verdaderos virus somos los seres humanos que hacemos enfermar a la Pachamama. Por lo tango a quienes hay que combatir es a los seres humanos depredadores. Y lo ideal es el animalismo vegano: los animales tienen derechos y dignidad. Se humaniza al animal al mismo ritmo que se animaliza al hombre.

Neomarximo: la relación entre la naturaleza y el ser humano responde a la dialéctica marxista. El hombre es el opresor y la naturaleza – elevada a la categoría de ídolo pagano – sería una criatura viviente oprimida y maltratada. Ese dios nos acoge y nos da de comer y nosotros le pagamos destruyendo la naturaleza, contaminando el aire, la tierra y los mares; extinguiendo la biodiversidad y alterando el clima. Es el hombre quien esté provocando el calentamiento global por culpa de la contaminación provocada por los combustibles fósiles en las industrias y en los medios de locomoción (coches, aviones, etc.). Eso es lo que dicen. Pero lo dicen como un dogma indiscutible. Sus anuncios apocalípticos climáticos fallan más que los anuncios del fin de mundo de los testigos de Jehová. Porque no hay suficientes evidencias científicas que demuestren la relación directa entre la actividad humana y el cambio climático. El clima siempre ha sido cambiante a lo largo de los millones de años de existencia del planeta. Y a épocas de glaciaciones le han sucedido otras eras de calentamiento global. Y ello siempre supuso la extinción de la flora y la fauna y la aparición de otras especies.

Liberalismo. Aunque parezca contradictorio, el neomarxismo del pensamiento único va de la mano de principios liberales como el de autonomía de la persona. Las personas pueden autodeterminarse a voluntad y ser aquello que quieran ser, al margen de los límites que puedan imponer la razón, la biología o el sentido común. El feroz anticristianismo del reseteo global va de la mano de la ideología de género y del transhumanismo. Si has nacido hombre y quieres ser mujer, pues lo eres solo con desearlo. Y si quieres ser gato, pues gato. No hay límite para la locura irracional y anticientífica ni para la estupidez del ser humano.

Las leyes LGTBI y transgénero condenan a quienes se atrevan siquiera a cuestionar las bases de sus planteamientos ideológicos. Esas ideas políticas nacen con pretensión totalitaria. De esta manera los principios de autonomía y de autodeterminación de raíz liberal se han unido al marxismo para dar a luz una nueva ideología que presagia una nueva era de tiranía a escala global: tú sé lo que quieras, eres el superhombre preconizado por Nietzsche; y puedes ser tan degenerado moralmente como te permita tu imaginación. Pero eso sí: debes obedecer ciegamente a los poderosos (a Dios, no), aceptar los dogmas de la nueva religión y de la nueva ideología sin cuestionar nada. Tú aliénate y disfruta. Disfruta y sé feliz y aplaude a los nuevos amos del Imperio Global que te ofrecen libertad para ser lo que quieras, aunque, en realidad, no eres más que un esclavo del sistema. En realidad somos esclavos felices que además ni siquiera somos conscientes de nuestra esclavitud.

El nuevo lenguaje tiene tintes claramente orwellianos: la esclavitud se llama libertad; la guerra es la paz; el mal es el bien; lo feo es bello; la muerte es vida; la compasión consiste en quitar la vida cruelmente a los seres indefensos y débiles; el amor es solo sexo; la caridad, delito de odio; la mentira es verdad; la virtud es fanatismo y odio; y el vicio es ejemplo a seguir. La familia tradicional es el enemigo a destruir para que “nuevos modelos de familia” vengan a transformar la sociedad en un pudridero de almas.

Y a quienes disienten de la verdad oficial, se les descalifica y se les tacha de “negacionistas”, “fascistas”, “homófobos” etc. Porque el sectarismo dogmático de la nueva religión y del Pensamiento Único van de la mano. Y la disidencia no se tolera. Los nuevos inquisidores condenan como delito de odio toda discrepancia respecto a la verdad oficial y a lo políticamente correcto. Eso condena a las catacumbas y a la resistencia subversiva clandestina a cualquier disidente. Pretender dar la batalla de frente a través de las redes sociales controladas por los poderosos resulta ingenuo y está condenado al fracaso. El marxismo es totalitario por definición y su modelo a seguir es el de la dictadura china: capitalismo salvaje, que enriquece a una minoría oligárquica; y control social y político cruel e inhumano, sin respeto alguno por la dignidad humana. Y todo ello unido a la persecución feroz de la disidencia religiosa. No en vano un alto jerarca de la Nueva Iglesia del Nuevo Paradigma elogió públicamente a la dictadura comunista china diciendo, nada más y nada menos, que era el país donde mejor se aplica la doctrina social de la Iglesia (de su iglesia neoparadigmática, claro…). Que se lo cuenten a los católicos clandestinos de la feliz, tolerante y respetuosa República Popular China.

El Nuevo Orden Mundial y el Reseteo Global son la nueva Torre de Babel, construida contra Dios. Es un intento de acabar para siempre con la Civilización Cristiana para construir un nuevo mundo pagano, decadente y nihilista. Pero Dios volverá a confundirlos. Y esa torre tiene sus cimientos sobre arenas movedizas. Y aunque parezcan grandes, poderosos e imposibles de derrotar, caerán. Las puertas del infierno no prevalecerán. Y cuando se crean que ya han culminado la construcción de su paraíso terrenal  y se crean que han derrotado a Dios para siempre, entonces el Sagrado Corazón de Jesús llegará para reinar para siempre, el Corazón Inmaculado de María triunfará y su pie aplastará la cabeza de la Serpiente.

Los cristeros y los carlistas cantaban, con la música del Himno de España, esta letra: “La Virgen María es nuestra defensora, nuestro protectora: no hay nada que temer. Vence al mundo, demonio y carne, ¡Guerra, guerra, guerra contra Lucifer!”

La batalla no ha hecho más que empezar. ¿Quién necesita redes sociales si tienes un rosario en la mano, temor de Dios y la comunión de los santos…

¡Muerte a Satanás!

¡Viva Cristo Rey!

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Infocatolica, el martes 12 de enero del 2021.