Post tenebras lux

Juan Pablo Zuñiga H. | Sección: Política

Si me dedicase a enumerar aquí cada uno de los atentados y golpes bajos que le han sido dados a Chile, a su institucionalidad, a la ciudadanía toda y a la familia, que es en definitiva el corazón de nuestra nación, faltaría espacio. Por mandato divino, frente a cada afrenta, no solamente colocamos la otra mejilla, sino que proponemos soluciones y alternativas que permitan recuperar nuestro país de este tiempo de tinieblas. Sin embargo, la maldad desatada sorprende y por muchos momentos abruma.

Al más puro estilo de Black Hawk Down (La Caída del Halcón Negro), que recuerda la caída de los helicópteros UH-60 Black Hawk en lo que se conoce como la Batalla de Mogadiscio, entre fuerzas norteamericanas y somalíes, el 2021 comenzó para los chilenos con un episodio semejante: el atentado terrorista contra un operativo de la PDI que incluyó el ataque a un helicóptero, resultando con la muerte del Inspector Luis Morales y lesiones graves en otros de sus compañeros de armas, incidente ocurrido en La Araucanía. Para tanto, fue utilizado armamento de grueso calibre. Por los mismos días fue asesinado el agricultor de la misma región Orwald Casanova. Semanas atrás, el carabinero Eugenio Naín moría acribillado con armamento de guerra en manos de la misma organización por detrás de los eventos señalados, la Coordinadora Arauco Malleco, organización CRIMINAL con nexos con las FARC, apoyada y protegida por la extrema izquierda. ¿Acciones concretas del gobierno? Ninguna. ¿Y qué dice el progresismo? “No se oye padre”. En realidad, sí. No faltó aquel que inmediatamente, cual autómata presto a dar una respuesta pre-determinada saltó a señalar que se trataba de un montaje. Dos personas asesinadas con tiros en la cabeza llamados de montaje, esa es la bajeza al desnudo del doble estándar progresista.

En la otra vereda, ante la muerte de líderes de la CAM o la huelga de hambre de supuestos loncos, cuales magdalenas parten en romería los medios de comunicación, congresales progresistas, dudosas ONGs y hasta el propio gobierno a derramar lagrimones por el “luchador social”, eufemismo que ya se ha instalado en el discurso para referirse a lo que en la realidad son terroristas que mantienen una guerra contra la República de Chile, que cuentan con el apoyo de políticos psicópatas de extrema izquierda. Sí, psicópatas que no solamente llaman la atención por su indolencia ante la gravísima situación del La Araucanía y del resto del país, sino que también hacen uso de la violencia y la destrucción, material y moral de la nación, de todos los chilenos, para conquistar sus ambiciones políticas. Psicópatas, que haciéndose pasar por “defensores de los menesterosos” juegan y explotan el sufrimiento de las personas para sus propios fines y que a sangre y fuego siembran la destrucción para luego, cual deus ex machina aparecer ofreciendo el santo grial (la “nueva” constitución) para solucionar los problemas de la humanidad.

Son tiempos de tinieblas, y Chile está cansado de sus juegos. Tenemos en frente un proceso constituyente y una seguidilla de elecciones que ciertamente continuarán extendiendo la brecha que ya está separando a los chilenos en un peligrosísimo juego que nos puede llevar a un conflicto civil con posibilidades de escalar a algo mucho más serio. En tiempos de tinieblas, mantengamos la esperanza, sigamos firmes dando la buena batalla en unidad, o como señaló recientemente José Antonio Kast, “potenciando los valores que compartimos, más allá de nuestras legítimas diferencias”. Sigamos adelante, sin miedo, teniendo presente el lema de nuestro primer escudo “Post Tenebras Lux” (Después de las tinieblas, luz), sin olvidar que dicho escudo también señalaba “Aut Consilio Aut Ense”, conocido hoy como “Por la Razón, o la Fuerza”.