Leer con pinzas

Gonzalo Rojas S. | Sección: Educación, Política, Sociedad

Si la semana pasada le dábamos las gracias a nuestros comunicadores, conviene también que ahora fijemos la mirada en ciertos comportamientos de quienes promueven la mal llamada ‘agenda progresista’, es decir, los agentes que las izquierdas secularizadoras tienen en los medios formales e informales.

Variados son los trucos que utilizan nuestros contradictores.

Acabamos de asistir a uno muy sutil, pero especialmente dañino. Consiste en definir dos tendencias desde ópticas distintas, pero dando la impresión de que se ha usado una adecuada simetría. Es lo que ha hecho un columnista dominical cuando ha descrito el ‘allendismo’ de acuerdo a la autodefinición que formulaban los adherentes del presidente aquél, mientras que cuando el columnista intentó describir el ‘pinochetismo’, no usó la autodefinición de los partidarios del Presidente Pinochet, sino que utilizó las palabras descalificadoras  de sus críticos más acérrimos. Lo que parecía una simétrica comparación, terminó siendo una grosera falsificación.

Un segundo truco muy utilizado por los comunicadores de las izquierdas consiste en describir los hechos de dos maneras enteramente diferentes, según les convenga. En ocasiones será un desnudo relato del acontecimiento, mientras que en otras los datos dejarán paso a la interpretación del periodista. Si un parlamentario de izquierda atropella y da muerte a un carabinero, la versión difundida es la del honorable, sin matices ni comentarios. Él, obviamente, no pudo equivocarse, todo fue fortuito, y por eso el hecho debe ser olvidado pronto. Pero, si un ex parlamentario de derecha hace un sentido reconocimiento de sus faltas en delitos de financiamiento de la política, el comunicador sesgado lo acusará de victimización y de hipocresía, recordará hasta el mínimo detalle las actuaciones del involucrado (sin que haya dado muerte a nadie), insistirá en que las penas son muy menores, y mantendrá el caso vivito y coleando por los siglos de los siglos.

Una tercera maldad  -y la más frecuente de todas sus argucias-  consiste en el uso de sustantivos y adjetivos que en unos casos acentúan rasgos y descalifican, mientras que en otros describen neutralmente y valoran positivamente. Se pudo escribir que ‘el Presidente del Partido Republicano manifestó su opinión en contrario de manera enérgica, lo que suscitó el desarrollo de una polémica muy interesante’, pero la ‘noticia’ fue construida más bien así: ‘El ex candidato presidencial del 8%, hizo honor a sus apellidos alemanes y reaccionó duramente, al límite de la ofensa, para descalificar sin fundamentos la posición moderada y mayoritaria de la opinión pública; su postura, obviamente, recibió amplio rechazo en las redes sociales.’ 

¿Se enseñan estos sesgos en las Escuelas de Periodismo? ¿Quizás se aprenden en la práctica de los medios? ¿O tal vez han sido cultivados mucho antes, en los ideologizados cursos de Lenguaje de tantos colegios o liceos? ¿O todas las anteriores?

En todo caso, hay que leer con pinzas.