La hipocresía en política

Gonzalo Ibáñez SM. | Sección: Política, Vida

Que estamos pasando por un pésimo momento de la política nacional no es un misterio para nadie. Nunca en Chile se había visto la suma de incapacidades en la acción y de sandeces en el decir que las que hemos visto y escuchado en este último año. Con tal de salvar el pellejo o de escalar alguna posición, nuestros políticos no han vacilado en proferir un despropósito tras otro. Para estos efectos, han encontrado apoyo en algunos personajes que pasan por ser los grandes intelectuales del momento. Uno de ellos es Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales y columnista habitual del diario el Mercurio.

Durante mucho tiempo, Carlos Peña se dedicó a demoler las bases de la cultura nacional para hacerla resbalar por un relativismo donde nunca pudiera encontrarse una verdad sólida sobre la cual pudiera sustentarse el orden del país: todo podía ser bueno o malo, verdadero o errado según la personal mirada subjetiva de cada observador o de cada actor político. Al final, si no se puede discernir cuán acertada o errada es cada posición, es vano intentar un arreglo entre ellas por la vía de votaciones democráticas. La pugna, irremediablemente entra así en el camino de la violencia. En Chile, a partir del pasado 11 de octubre de 2019.

Pero, no más vinieron los primeros estallidos de esa violencia, Carlos Peña, en vez de felicitarse por su obra, entró en una crisis de pánico y, desde entonces, no ha hecho sino escribir columnas contra la violencia y contra el intento de conceder indulto a los procesados por practicarla. Algunos, ya tenían la impresión de que había cambiado completamente de lado. Hasta que llegó el proyecto de ley que legaliza el crimen de la eutanasia. Frente a él, Peña ha vuelto a ser el de siempre. Así como respaldó fuertemente el proyecto que legalizó el aborto, ahora lo hace con éste.

De hecho, no son pocas las personas que, estando claramente contra la violencia, respaldan este proyecto. Lo hacen pensando en que, si conceden en esta materia, podrán evitar nuevos desbordes de violencia como los que hemos vivido en este último tiempo. Pero, el resultado es el contrario: esa violencia aumenta y se hace más desatada. Sucede que, si se autoriza dar muerte a enfermos y a ancianos, pasa a ser juego de niños quemar una iglesia o saquear un supermercado. 

La aprobación a la eutanasia, como fue en su momento la aprobación al aborto, muestra que para nuestra sociedad la vida humana ha dejado de ser el bien más preciado que hemos de conservar y proteger. ¿Qué queda entonces para los demás bienes? Ninguna paz trajo el haber concedido luz verde para el crimen de niños que están por nacer. Ninguna va a traer el poder hacerlo con enfermos y ancianos. La única pregunta que va a surgir es esta: ¿con quién seguimos ahora?

La legalización de violencias tan brutales como son las que se emplean para cometer los crímenes del aborto y de la eutanasia sólo traen más violencias. Que se prepare don Carlos Peña. Es de hipócritas tirar la piedra y luego esconder la mano.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su página de  Facebook.