Dónde está la brújula

Gonzalo Ibáñez SM | Sección: Política

Es la pregunta que brota al observar el comportamiento al interior de los grupos políticos que, bajo el nombre de “Chile Vamos”, dicen apoyar al actual gobierno y que, sin embargo, cada día más se aproximan a una situación de anarquía. Va quedando en evidencia cómo al interior de este conglomerado, y al interior de cada uno de los partidos que lo forman (RN, UDI y EVÓPOLI) los militantes y, sobre todo, los parlamentarios, van tomando sus propias decisiones como si no existiera una cabeza común que acierte a marcar rumbos que todos se allanen a seguir. 

Es lo que ha sucedido con el retiro de fondos previsionales. Ya la primera vez hubo quienes se apartaron de la línea fijada por el gobierno y se aliaron con la oposición. Esto se ha repetido en la segunda votación de manera aún más amplia. De hecho, los diputados que apoyaron al gobierno forman apenas una exigua minoría. Es, por lo demás, lo que de alguna manera ya había sucedido en el plebiscito donde lo ordenado por las directivas de los partidos de Chile Vamos fue desoído por muchos parlamentarios y por sus bases. Lo cual fue agravado por la división que se instaló en el propio gobierno, en el cual algunos ministros y subsecretarios estuvieron por una opción y otros, por la otra. Y el presidente de la República haciendo gala de una exquisita ambigüedad.

Más allá de cuál debió haber sido la alternativa que, en estos casos, todos debieron seguir, lo que preocupa es la creciente desunión entre los miembros del conglomerado y la soledad en que, como consecuencia, va quedando el gobierno. Si esta situación se prolonga, el gobierno se va a ver en duros aprietos para continuar ejerciendo su autoridad porque claramente no va a contar con los apoyos necesarios en el congreso nacional.

Preocupa, asimismo, porque esta desunión con seguridad va a proyectarse en todo el proceso de redacción de una nueva constitución. Desde luego, ¿con qué criterio van a ser elegidos los candidatos a participar en la comisión constituyente? Es decir, estos partidos, ¿van o no a tener una posición única frente a temas de tanta trascendencia como, por ejemplo, son los de la vida? ¿Va a haber una opinión de estos partidos en defensa de la vida humana desde que es tal, o sea desde la concepción, o cada uno de los constituyentes de estos partidos podrá tener su propia opinión? ¿Cuál va a ser la posición acerca del matrimonio, de la familia y de la educación de los hijos? ¿Cuál, acerca de la propiedad, de la iniciativa privada y del mercado? Si los partidos no adoptan una posición unitaria en estos temas, su existencia deja de tener sentido. Sería el último síntoma de que un sector de la política nacional -eso que se denomina “la derecha”- comienza una etapa de disolución que puede ser terminal. No hay norte común, no hay un conductor común y, por eso, cada uno se deja llevar por su propia brújula. Brújula que se orienta no según convicciones, sino según los intereses electorales del momento. ¿Cuál será el destino del país cuando, por un lado, es atacado por una violenta subversión de carácter marxista y, por otro, las fuerzas que proclaman ser sus defensores se encuentran tan desunidas?

Nota:Este artículo fue publicado originalmente por el autor el miércoles 4 de noviembre de 2020 en su página de Facebook