Crisis social y familia

Álvaro Pezoa B. | Sección: Familia, Política, Sociedad

Durante los últimos meses ha resultado habitual la masiva participación de adolescentes en violentas acciones vandálicas. Por esta razón, muchos se han preguntado por sus familias. Una contestación anticipada, propia de una mente clarividente, la daba trece años atrás Gonzalo Vial Correa. Como botón de muestra, su iluminadora columna del 27 de septiembre de 2007 (Gonzalo Vial, política y crisis social. Ediciones Ideapaís. Santiago, 2020, pp. 98-101), en la que sentenciaba: “¿Dónde estaban los padres de los hechores cuando los carabineros caían heridos enfrentando lluvias de piedras, bombas molotov y balas? ¿Dónde al momento que los negocios, a veces modestos comercios de barrio, eran incendiados y saqueados, y la turba juvenil arrasaba tantos otros bienes públicos y privados? ¿Qué hacían, qué habían hecho, para controlar a sus hijos delincuentes?.

La respuesta es simple. Esos padres, esas familias, no se encontraban allí ni en ninguna parte…para efectos prácticos, no existían. Porque el Chile de hoy, sobre todo el popular, prácticamente carece de familias regularmente constituidas. Aquella ‘de libreta’ (no de matrimonio religioso), que ampara y cohesiona a padre, madre e hijos comunes, es una especie en extinción.

Esto se debe a tres causas fundamentales: i. a que el ‘progresismo’ no tiene el menor interés en la familia tradicional. Amplifica y distorsiona de tal modo el concepto de esta que pierde todo significado y se hace completamente inútil. Puede ser así ‘familia’ cualquier realidad conformada por algunos seres humanos. La familia real, institución de dos mil años en nuestra cultura, la forman un hombre y una mujer que viven juntos, se ayudan, tienen hijos, los crían y educan, y solemnizan la seriedad de su compromiso celebrando matrimonio, una segunda institución milenaria. Ambas han presidido casi todo lo bueno que se ha hecho en Occidente”.

En la cultura popular van desapareciendo ‘marido’ y ‘mujer’ reemplazados por la ‘pareja’… el paradigma sexual de los progresistas. Entre los pobres chilenos, la pareja masculina viene y se va cuando quiere; provee poco o nada; no tiene responsabilidad respecto a la mujer, para el cual los hijos anteriores de esta carecen de la menor importancia y son, comúnmente, objeto de violencia o aun de abuso sexual. ¡Este es el ‘padrastro’/ pareja que, se supone, va a arriesgarse sacando al hijo de su conviviente de la balacera y los destrozos nocturnos! ¿O se pedirá que lo haga la infeliz madre/ conviviente, o sola, que apenas junta con qué parar la olla de todos? ¿Será ella quien salga de noche, entre las balas y las molotov, y a la luz de los incendios…mujer sin marido a la desesperada busca de sus hijos sin padre?; ii. al progresismo, como no le importa nada la familia verdadera tampoco la protege. Conservar el matrimonio, tener hijos, criarlos, educarlos… en Chile no significa ningún beneficio, incluso perjudica; iii. el progresismo no solo abandona a la familia verdadera, sino que la persigue, propiciando legislaciones, regulaciones o campañas que conducen a destruirla o impedir que se constituya”. Con don Gonzalo, ¡bajemos a la tierra, a la realidad!

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera, el jueves 26 de noviembre del 2020.