Platas sucias

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política

Las izquierdas chilenas han conseguido depositar en su cuenta, gigantescas cifras de platas sucias.

El enorme volumen de votos obtenido por el Apruebo en el plebiscito -votos de izquierda, de centro, de derecha y ¡muchos de ninguna parte!- ha sido registrado en la banca política a nombre de la oposición. Lógico, el que hace negocios turbios busca lavar lo antes posible las platas mal avenidas, para hacerlas circular “legítimamente” por el sistema y así obtener nuevos beneficios.

Platas sucias son las que depositaron las izquierdas. Platas originadas en la violencia, platas disfrazadas de anhelo constitucional popular y platas que serán utilizadas por administradores sin probidad.

El que comienza defraudando, seguirá haciéndolo, sobre todo si ve que sus maniobras le reportan jugosos dividendos y, más encima, los que juegan limpio se rinden ante la astucia del pillo exitoso, le reconocen su “victoria” y están disponibles para validar nuevas defraudaciones, y más y más cuantiosas ganancias sucias.

Las izquierdas se aprestan, una vez lavado el capital electoral del 25 de octubre pasado, a utilizarlo para quedarse con la completa operación del sistema. Para coparlo, para -cual mara salvadoreña- controlar el territorio completo.

Sus voces anuncian descaradamente la operación final: “La Constitución de Pinochet ha sido derogada”, proclama una; “el Presidente debe renunciar y el Congreso autodisolverse”, afirma otra; “las movilizaciones sociales deben aumentar para presionar por reformas”, clama una tercera. Y una cuarta anuncia “que la violencia seguirá estando presente si hay frenos autoritarios”.

Y después vendrán los que declaren que “la Convención constitucional es soberana”, o que “el pueblo no aceptará la presencia de políticos (de derecha, se entiende) en esa asamblea”, o que “ninguna disposición de la constitución pinochetista podrá ser mantenida…”, etc. etc.

De aquí a abril, el lavado de dinero que se acaba de practicar, le permitirá a las izquierdas contar con la seguridad de que podrán hacer casi cualquier cosa con tal de controlar el proceso. 

Por supuesto, mientras haya ciudadanos honrados que consideren que son legítimas esas platas sucias, pocas dificultades encontrarán.