A todo evento, fuego

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política

Me escribe un buen amigo comentando que ha sabido que hay gente -en principio bien orientada en la vida nacional- que por temor a que la izquierda incendie el país si pierde el Plebiscito, va a votar Apruebo.

El miedo. El miedo es una señal clara del mal absoluto, pero se presenta también delante del bien. Y pasa que se le teme también al bien, porque se percibe el dolor o el sacrificio que puede implicar su defensa o su búsqueda.

Por supuesto, lo que hace la razón humana es ponderar cuánto dolor o sufrimiento convendría afrontar con vistas a la defensa o promoción del bien. Mide, compara, concluye, pero al hacerlo, puede acertar o equivocarse

Es lo que están haciendo aquellas personas, ponderar, pero lo están haciendo mal.

La izquierda incendiará el país”. No cabe duda alguna que el punto de partida es correcto, si por “izquierda” entendemos la articulación de comunistas, frenteamplistas, anarquistas, narcos y lumpen; tampoco está mal hablar del “país”, si pensamos en puntos claves y principales de las 30 ciudades más importantes de Chile. Lo que un año atrás habría sido considerado una profecía ridícula, hoy es simplemente una premonición obvia.

Bien, el punto de partida es correcto.

Pero la conclusión, no.

No, porque hay izquierdas que incendiarán el país en cualquiera de los tres escenarios posibles.

Si la victoria del Apruebo es contundente (algo así como 70-30, o más) las izquierdas en estado de frenesí (lo que incluye la droga, por cierto) se lanzarán a conquistarlo todo de una vez y para siempre, con al apoyo del chilenito medio, habitualmente disponible para sumarse a las amplias mayorías. Es lo único sensato que ha dicho Longueira en su insólita aparición: esa noche (la del 25) habría que sacar a Piñera en helicóptero de la Moneda.

Si el triunfo del Apruebo es estrecho (en torno al 60-40, o menos) la concepción leninista indica ir a fondo en un momento de victoria moderada, para no permitirle al adversario que crea no haber sido definitivamente derrotado y pueda así rearticular sus fuerzas. El fuego estará entonces destinado a infundir un miedo irremontable.

Si se produce la victoria del Rechazo -superando incluso todo el fraude habitualmente organizado en tantas comunas sin apoderados amigos- la furia incendiaria de las izquierdas insurreccionales se desplegará con fuerza ilimitada, pero expresada en números mucho menores en la calle y con un respaldo mínimo en la ciudadanía.

Frente a la primera opción, las instituciones quedarán paralizadas. Incluso es perfectamente previsible que se produzca su colapso total.

Por el contrario, la segunda y tercera posibilidades movilizarán a las instituciones para garantizar que un resultado estrecho sea conducido del modo más pacífico, ejerciendo la legitimidad de una fuerza represiva contra los insurrectos.

Que lo piensen bien quienes no han sabido racionalizar su legítimo miedo. Que lo piensen bien, para que sus conciencias no les reprochen de por vida haber sido colaboradores ¡activos! de un gran drama nacional. Que le puedan contar a sus hijos y a sus nietos que, en un momento de respetable duda, supieron dar un paso en la dirección correcta y evitar una colaboración con el mal.