La derecha socialdemócrata

Julio Alvear T. | Sección: Política

Dirigentes de la centroderecha han propuesto “un gobierno al estilo de la socialdemocracia europea”. No nos equivoquemos. Eso no es populismo. No es zigzagueo. Refleja algo más profundo.

Esta postura parece no conocer el mapa político de Europa. De los 37 países europeos, solo 9 -fíjense bien, nueve- están siendo gobernados preponderantemente por partidos socialdemócratas o afines: Dinamarca, Finlandia, Malta, Portugal, República Checa, Suecia, Albania y Montenegro. Hay que incluir a España, donde el proyecto socialdemócrata del PSOE, gira cada vez más hacia la izquierda. En todos los demás países, en la inmensa mayoría, hay gobiernos de centro o de derecha.

Hablar de socialdemocracia europea es, por tanto, hablar de socialismo, es hablar de izquierda en toda su amplia identidad. Lo que no se dice, es que se trata de un socialismo que, en gran parte, ha fracasado, ideológica y electoralmente. En muchos lugares, socialdemocracia suena a demodé. Aunque hay que reconocer que se trata de una corriente política que también ha obtenido grandes logros: en la demolición de la familia, en el control de la educación, en la dominación burocrática, en el asesinato de los no nacidos, en la perversión de la cultura cristiano-occidental. 

Es importante notar que la socialdemocracia se diferencia del socialismo revolucionario (marxismo-leninismo, trostskismo, anarcosindicalismo, espartaquismo, etc) por los medios y no tanto por los fines. Se desenvuelve dentro de la democracia liberal con tolerancias o compromisos con el capitalismo, pero sin nunca renunciar al sueño de la radical palingenesia, de la reingeniería social igualitaria, que constituye la raíz de todo socialismo. Por eso un historiador marxista, Zanardo, define la socialdemocracia como la “memoria” nunca apagada “de la revolución”. En cualquier momento, los socialdemócratas conscientes pueden saltar con sus querencias más profundas. 

Definirse como “socialdemócrata” no deja de ser una gigantesca metáfora, una impertinente pero sincera expresión de la mentalidad de diversos líderes de la centroderecha, que nos han acostumbrado al “ceder para no perder”. 

Creyentes en la más crasa vulgarización del liberalismo económico, responsables del desubstanciar de la política, ahora, con conciencia de culpa, piensan que hay que hacerse socialdemócratas para mostrar interés por una mejor educación, salud y protección social. Inmenso despropósito. Pues, para seguir con el ejemplo europeo, no fue la socialdemocracia sino la economía social de mercado de Adenawuer la que instaló los grandes índices sociales en el mundo germano. Por eso,  no es necesario mirar a la izquierda, para preocuparse de las necesidades del pueblo. No es necesario abrazar la Revolución, para mejorar nuestra patria. Todo lo contrario: hay que luchar contra la Revolución; hay que advertir sobre sus mentiras y engaños para legar un buen futuro a nuestros hijos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente como videocolumna por  Fundación Nueva Mente, el miércoles 02 de septiembre del 2020.