El dilema de la UDI

Pablo Errázuriz | Sección: Política

La UDI ha colmado la discusión pública las últimas semanas. Primero Joaquín Lavín –el más probable candidato presidencial de la derecha– se declaró socialdemócrata, a favor del apruebo en el Plebiscito Constitucional y llamó a un “gobierno de convivencia nacional”, el cual pareciera estar inspirado en el famoso artefacto de Nicanor Parra que rezaba: “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

En respuesta a esto, Evelyn Matthei anunció que volverá a aspirar a la nominación presidencial, aunque sin dar definiciones programáticas o ideológicas concretas, pero comentando su preocupación por los zigzagueos del edil de Las Condes.

Finalmente, Pablo Longueira, retirado fundador de la colectividad, retornó sorpresivamente a la vida pública anunciando su apoyo al apruebo, una candidatura a la presidencia de su partido y la intención de ser constituyente. También aprovechó la ocasión para elogiar a Joaquín Lavín.

Así, el partido de Guzmán pareciera estar en una posición de influencia creciente. Pero la imagen es engañosa. La UDI nació en el seno del gremialismo guzmaniano, como un proyecto más de este, acompañado por los distintos movimientos gremiales surgidos a nivel universitario –partiendo por el fundado en la UC– y, posterior a la muerte de Guzmán, complementado por la fundación que lleva el nombre del ideólogo gremialista. Todas estas iniciativas tenían como fin promover la visión de mundo gremialista en los distintos espacios en que naturalmente se desenvolvían, con una actuación más o menos política según la finalidad del cuerpo intermedio respectivo, siempre evitando la instrumentalización de estos.

Esta visión de mundo se caracteriza por entender la sociedad desde la persona humana, la que nace en una organización natural –la familia– y se agrupa en sociedades intermedias voluntarias para cumplir ciertos fines específicos, siendo protegidas por una sociedad mayor de origen natural –el Estado. Para la coordinación de todos estos cuerpos es necesario guiarse por el Principio de Subsidiariedad, el cual manda o inhibe la intervención del Estado según las necesidades que los cuerpos intermedios no puedan cumplir, y el Principio de Solidaridad. Esta fórmula –aquí muy superficialmente delineada– es el Estado Subsidiario consagrado por la CPR de 1980, y es, asimismo, el modelo que la UDI nació para promover y representar.

La actitud tomada por Lavín y Longueira implica necesariamente la abdicación a este modelo de sociedad. Más allá del calificativo de “socialdemócrata”, la gravedad radica en el apoyo a la opción apruebo. Esta nació de un diagnóstico expresado en octubre del año pasado con frases como “No fueron 30 pesos, fueron 30 años”, que grafican de forma bastante clara el diagnóstico real del movimiento, un rechazo total a todo el modelo subsidiario defendido por Guzmán. La opción “apruebo” no es un voto superficial y accidental, sino que conlleva un diagnóstico de sociedad, es un voto de rechazo al sistema que la UDI nació para defender, y promete un nuevo modelo ya no subsidiario, sino ese “Otro modelo” que hace tantos años predica Fernando Atria.

Cabe destacar que las razones para elegir un modelo u otro no son solamente de índole pragmática o política. En los modelos se plasma una visión de hombre y de sociedad que se plantea como “buena”, que se aspira a realizar. Por esto, el rechazo al modelo incluye también un rechazo a la misma concepción de hombre del gremialismo, la cual es una de vertiente cristiana y occidental.

La actitud de Matthei solo reafirma la crisis doctrinal del gremialismo. En vez de levantar una crítica por la desviación no gremialista de Lavín, sus críticas se quedan en lo cambiante del alcalde, sin apuntar al verdadero drama, que es la renuncia del candidato gremialista a ser gremialista.

La UDI puede llegar a la Moneda con Joaquín Lavín, pero la victoria sería absolutamente pírrica, porque terminará por destruir las bases sobre las que se construyó la colectividad. La renuncia a defender la concepción de sociedad por la cual fue fundada significa, en último término, una renuncia a su razón de ser.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Controversia, el martes 01 de septiembre del 2020.