Pasarse de vivos

Alfredo Jocelyn-Holt | Sección: Política

¿Quiénes sino especuladores apuestan por el futuro próximo de este país, ad portas del plebiscito? Han sido diez meses desde el estallido, y 160 días de peste y confinamiento bajo estado de emergencia con toque de queda aún vigente (restricciones respetadas hasta por ahí no más). Un ambiente en el que propasarse no causa vergüenza alguna.

Un diputado comunista, Hugo Gutiérrez, rehúye ser controlado por una patrulla de la Armada facultada para ello, argumentando que tendría más jerarquía que quienes le piden identificarse: “Yo soy más autoridad que usted… lo controlo a usted… me imagino que usted debe saber, yo soy la autoridad pública acá… el pueblo me eligió… el título nobiliario que tengo me lo gané en las urnas”. Magra, eso sí, la fuerza de la mayoría que invoca, habiéndole brindado solo un 15,9% del voto de su distrito en la última elección. Claro que estas cifras son elásticas y, al final, dan lo mismo. Por segundo año seguido la FECH es incapaz de alcanzar el cuórum de votación exigido (menos de un 15% del padrón participa), lo que no ha evitado que directivas interinas presidan y presuman representar vaya uno a saber a quiénes, detalle que a las autoridades académicas nada les ha importado.

Lo más cercano a una explicación de por qué el resto de la ciudadanía o de la universidad debemos aceptar esta fuerza prepotente de una minoría militante, se la leí a Javier Sajuria en este diario (“Cancelación y corrección del discurso en las universidades”, LT, 3 de agosto 2020). Sajuria sostiene, respecto a las universidades (aunque su lógica puede extenderse a toda la sociedad), que el universo que deberíamos tener en consideración ha cambiado. No debemos seguir tratando a miembros de élites como los únicos “iguales” en un orden selectivo; al contrario, debemos abrirnos a demandas de excluidos que recién acceden y cuestionan antiguos privilegios en espacios hasta ahora cerrados. Es más, a estos nuevos grupos no debe tenérselos por censuradores o impositivos sobre el resto cuando intentan erigirse en la regla mayoritaria de relevo. Lo de ellos -terminar con privilegios- sería algo muy noble, bien inspirado y purgativo.

Extraordinaria tesis. Contradictoria, desde luego. ¿Con que existiendo minorías supuestamente abusivas debiera permitirse que otras minorías irrumpan, se impongan y abusen? ¿Excusable lo suyo por ir en contra de privilegios y esa ser una postura políticamente correcta hoy día? Es decir, sigamos admitiendo privilegios pero veamos, primero, a quienes favorecen. Con esa lógica, un condenado a dieciocho años de prisión puede ir a su “segunda vivienda”, de lo contrario se mata de hambre; y en las próximas asambleas constituyentes tendremos que aceptar sin chistar que las minorías invoquen su calidad de mayoría virtual. Vale. Tengámonos por notificados.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera, el viernes 21 de agosto del 2020.