Familia, la inversión invisible

María José Bosch | Sección: Política

La capacidad que tiene un país de aumentar su crecimiento económico y avanzar hacia su desarrollo sostenible depende estrechamente del capital humano de sus habitantes. Asimismo, para mantener adecuados niveles de cohesión social y participación democrática, es necesaria la educación en actitudes cívicas. En Chile, estamos en un momento en que necesitamos urgente ambas competencias. Para el desarrollo, la familia es una institución crucial.

Cada vez es más difícil que las familias puedan vivir sólo con un ingreso. Esto se refleja en el progresivo aumento de hogares de doble ingreso, pasando de un 24.1% en 2009 a un 35.7% en 2017. Esta realidad impacta la forma en que nos organizamos familiar y laboralmente, ya que hay que agregar los hogares monoparentales.

Si lo traducimos a números, la familia invierto tiempo y dinero en la crianza de las futuras generaciones. Muchas veces esto no se toma en cuenta, porque el trabajo reproductivo y educativo no es contabilizado como una actividad económica. Sin embargo, sin esta inversión no sería posible la sociedad tal como la conocemos.

Existen estudios que han contabilizado esta inversión que hacen las familias. En Estados Unidos, se estimó que una familia de ingreso medio biparental invertía en educación y cuidados tercerizados un promedio de 14.338 dólares anuales por cada hijo menor de 12 años. Una familia de bajo ingreso y monoparental invertía 11.077 dólares anuales en la misma función. Esas cifras casi se duplican cuando se considera el tiempo invertido en la crianza en la ecuación, donde un hogar de ingreso medio biparental invertía US$ 23.253 anuales por niño, en tiempo y dinero, mientras que un hogar monoparental de bajo ingreso gastaba US$ 17.125 por niño menor de 12 años.

En Chile, este año Comunidad Mujer realizó el primer estudio que contabiliza el trabajo de cuidado no remunerado como aporte al PIB. El resultado arrojó que el trabajo realizado al interior de las familias chilenas tiene un valor económico de $ 44.425 mil millones anuales. Este análisis no cuenta la inversión en educación y salud que deben hacer las familias chilenas.

Hablo de la familia y no sólo de mujeres, ya que recientes estudios hacen hincapié en la importancia de una buena interacción en la triada, madre-padre-hijo, y en cómo el impacto se traduce en un mejor desarrollo cognitivo, lingüístico, socioemocional, tanto en niños, como en adolescentes.

Estamos en un momento como país en que no sólo estamos afectados por la pandemia, sino que tenemos que pensar en contribuir a una sociedad sostenible, en términos de formación de capital humano y comportamiento cívico. Para esto es importante facilitar el trabajo que la familia ya está haciendo. Podemos partir por invertir en políticas públicas con un enfoque familiar y promover políticas de empresas que favorezcan el balance trabajo y familia para hombres y mujeres. Pero ante todo, tenemos que volver a hablar de la familia, su aporte y su importancia, tanto en la empresa como en el Estado.  

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Diario Financiero, el miércoles 26 de agosto del 2020.