Pornografía: un problema de salud pública

Magdalena Moncada | Sección: Política, Sociedad

Abordar el problema de consumo de pornografía y su adicción no es fácil, principalmente por el secretismo con el que se le trata; ya sea por pudor o por temor, la pornografía se ha vuelto un problema de consumo masivo del cual pocos hablan.

Primeramente, hay que despejar la diferencia que existe entre lo que las personas adultas consideran pornográfico, a lo que actualmente consume la juventud. Hay que aclarar: estamos lejos de hablar de la revista Playboy o de mujeres semidesnudas en una foto, que si bien es perjudicial, hoy aquello es solo considerado soft porn o porno suave y ya se ha ido incorporando a la publicidad habitual; la pornografía de hoy tampoco es simplemente un vídeo o una película sobre sexo. La pornografía actual es mucho más que visual, va cargada de un contenido ideológico y prepara ambientes y situaciones que la imagen visual -estática y silenciosa- jamás podría transmitir.

El sitio Pornhub, de origen canadiense, revela sus estadísticas anuales desde hace 7 años y, con ello, se puede comenzar a observar la magnitud del problema. En el año 2019, la última de las estadísticas, Pornhub tuvo 42 billones de visitas, con un promedio de 115 millones de visitas al día; cada 1 minuto en Pornhub se suben 2,8 horas de nuevos vídeos. Sólo en el año 2019 se sumaron 98 mil nuevas “modelos”. Pornhub es sólo uno de los sitios que posee MindGeek, la compañía dueña de los sitios de pornografía online más utilizados en el mundo.

Y pareciese que nadie se salva. De acuerdo al estudio “Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales”, realizado por la Red Jóvenes e Inclusión Social y la Universidad de las Islas Baleares, en España, la primera vez que los jóvenes se encuentran con pornografía es a los 8 años; 1 de cada 4 jóvenes consume pornografía antes de los 13 años; el 75% de los jóvenes hombres consumen pornografía antes de los 16 años, siendo la edad promedio de inicio a los 14; las mujeres no se escapan del consumo, ya que el 35% de ellas consume pornografía antes de los 16 años.

Así, y en palabras simples, para despejar de inmediato el problema tabú que existe en este tema, la pornografía actual que se consume representa escenas que se graban fuertemente en los cerebros de las personas jóvenes que la observan: escenas homosexuales, particularmente lésbicas; agresiones y violencia; ataduras y golpes; relaciones entre “familiares”; relaciones entre amigos; escenas de infidelidad; tríos y orgías son sólo alguno de los tópicos abordados en la amplia red de pornografía que existe en el mundo.

Es urgente derribar mitos; si bien es cierto que en los inicios del consumo de la pornografía lo que se observa sigue líneas tradicionales como el acto sexual monógamo heterosexual, los mismos sitios que proveen de pornografía en internet revelan que el consumo continuado de la misma, degenera en el consumo de vídeos con temáticas cada vez más exóticas, pues inmunes al estímulo convencional, se buscan otros diferentes. Es por ello que entre las 15 categorías más vistas en los sitios de pornografía en el 2019, se encuentra “lesbiana, MILF (mujer madura), anal, trío, transgénero”.

Norman Doidge, psiquiatra, explica que la pornografía se ha vuelto una droga porque la dopamina que se libera al momento de su consumo, produce que la persona busque la satisfacción sexual en ella y no con su pareja, es por ello que, además de los problemas éticos y sociales que la pornografía produce, también encontramos problemas de carácter físico y psicológico, como disfunciones sexuales originadas por su consumo. A su vez, se desregula el circuito de recompensa en el cerebro, lo que ocasiona que muchas veces las personas no disfrutan lo que ven en la pornografía, pero la siguen viendo a pesar que -pasado el estímulo-, luego consideran lo recientemente visto como algo repulsivo o asqueroso.

Pero el problema de la pornografía no es solamente un tema moral en cuanto impúdico o impuro, sino que se ha convertido en un problema desde el punto de vista psicológico, social, familiar, de salud pública o incluso de índole jurídica. La pornografía produce en la persona que la observa, una percepción errada de lo que es el acto sexual, lo que consecuentemente acarrea problemas en la relación de pareja; la existencia de organizaciones clandestinas que proveen de material pedófilo (el Departamento de Hacienda de Estados Unidos estima que existen 100.000 páginas con contenido erótico infantil); el alto consumo en menores de edad que lleva a una hipersexualización y corrupción en menores; se han presentado dificultades para algunas “actrices” al querer borrar el contenido alguna vez subido de sus cuerpos, sin tener éxito; y en general, si se considera la verdadera cloaca en la que se ha convertido este mundo de pornografía online, llevando a la adicción a tantas personas al contenido erótico, podemos empezar a darnos cuenta, que aún queda mucho trabajo por hacer para combatir esta otra pandemia invisible. Podríamos iniciar este trabajo, en primer lugar, hablando de ello.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Actuall, el jueves 16 de julio del 2020.