La crisis de RN

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política

Los deterioros personales se presentan siempre con muy variados síntomas. A los humanos nos aquejan, permanentemente, dos o tres defectos dominantes y, de a poco, si dejamos que esas dolencias se extiendan sin encontrar resistencia, el cáncer moral va propagándose por todo el organismo, y termina dejando a la persona convertida en huiro.

¿Qué razón habría para que a los grupos humanos no les pasara lo mismo? Ninguna. Dentro de un partido político, menos por menos, no da más.

El presente de RN -en guerrilla interna y en año electoral- se debe a varios defectos dominantes.

Su atávica indefinición doctrinaria, presentada a veces cono una gran virtud: “el partido donde caben muchas sensibilidades y posiciones”. Hay conservadores, liberales, socialcristianos y socialdemócratas. Totum revolutum, Lumami.

Su afán por desligarse más y más de los grandes méritos del Gobierno de las Fuerzas Armadas. Un porcentaje alto de sus dirigentes habla con entusiasmo de “La Dictadura”.

Su indisciplina permanente. Desde que llegó a ser “el partido más grande”, se han exacerbado las disputas internas, el reacomodo de facciones, las renuncias a la bancada. Y vendrán por supuesto, -como ya las ha habido numerosas en el pasado- las renuncias al partido. 

Si a eso se le suman otros defectos de circunstancia, otras yayitas de menos entidad, la falla deviene multisistémica.

¿Cuáles son esas otras dolencias?

La dependencia económica de una determinada fuente, lo que ha estructurado la selección de líderes desde una sola mirada;

La expansión de personalidades chúcaras, siempre dispuestas a potenciar lo propio más que a ponerse al servicio de lo común;

La petición de consejo a ciertos jóvenes intelectuales que, sin militar, aconsejan dar vuelta el calcetín: por las costuras se asemeja más a los que usa Girardi;

La necesidad de no parecerse ni a la chicha de la UDI, ni a la limonada de Evópoli, o sea, ¿Bilz, Pap?

Y atención, porque los que conocemos a la UDI por dentro, sabemos que un cáncer parecido viene avanzando, también casi descontrolado, en el partido de la querida casona de la calle Suecia.