Un país de mal pronóstico

Hermógenes Pérez de Arce | Sección: Política

Si usted cree que el país está pasando por un mal momento debido al coronavirus, consuélese: sin él habría estado mucho peor. Hoy sufrimos paralización; sin el virus habríamos tenido paralización más violencia y destrucción. Y eso es lo que va a haber cuando se supere la pandemia. Por eso digo que éste es un país de mal pronóstico.

Primero, no tenemos gobierno. Piñera no es autoridad, no es capaz de garantizar el orden. Se ha rendido ante los violentos y les ha entregado todo. Ellos mandan. Ni siquiera puede nombrar ministros sin su aquiescencia. ¿Se acuerdan de Mauricio Rojas, el ministro de Cultura que la izquierda le destituyó en 94 horas? Alguna vez había sido sorprendido diciendo la verdad: que el Museo de la Memoria (al cual Piñera le da mil 600 millones de pesos anuales) era un «completo montaje«. «¡Fuera Rojas!«. Hace lo que dice la izquierda. 

Ahora la nueva ministra de la Mujer ha tenido que abjurar de Pinochet, a quien adhirió toda su vida. Si no, no alcanza a asumir. Tuvo que pronunciar la frase sacramental: «Siempre he condenado las violaciones de derechos humanos«, implícitamente cargándoselas al gobierno que admiraba. Se cambió de bando como cualquier Lavín, Hernán Larraín o Andrés Chadwick. Si no, no jura. A Piñera la izquierda le destituye ministros con sólo lanzarles consignas. Por eso tiene de ministra de Cultura, en vez del vetado Mauricio Rojas, a una que le rinde homenaje al Comandante Pepe. 

Pero yo les digo una cosa: si hay plebiscito constituyente este país se hunde para siempre, entendiendo por «para siempre» veinte años más, una generación completa. Ya hemos retrocedido veinte en lo económico, con lo sucedido desde el 18 de octubre. Otros veinte retrocederemos por la pandemia. Y si gana el «Apruebo«, súmele veinte más. Si hubiera un Pinochet, la recuperación sería rápida, como el 73. Pero ya no lo hay. 

El país está tan entregado a los violentos que éstos ya atacan a sus propios compañeros de ruta, como el jefe del Instituto de DD. HH., dedicado a anular a la fuerza pública, pero hoy denostado porque dijo que las personas no sólo tenían derechos, sino también deberes. ¡Qué sacrilegio! Un asomo de moral. Es considerado una herejía por los violentos, porque ellos se creen con derecho a destruirlo todo sin que nadie les haga nada y a acusar a la fuerza pública de atropellar los DD. HH. por tratar de impedírselo. Esa es la doctrina oficial de los DD. HH.

Este país está, además, moralmente deshecho. Porque en él la mentira es oficial. Los tribunales mienten en sus sentencias, para poder condenar a militares que derrotaron al terrorismo cuando había autoridad y orden. El Colegio de Abogados encubre las mentiras de los jueces, pues en su revista censuraron un artículo mío denunciándolas. Entonces lo puse en este blog el 27 de marzo de 2015. Un juez confiesa en la televisión pública que condena militares sin necesidad de probar el delito («ficción jurídica«). Un país donde la mentira es oficializada es un país condenado a mentir en todo. Por eso llama «estallido social» a la proliferación de delitos. Llama «modelo injusto» al que ha multiplicado por catorce veces la plata para los pobres, pero ésta no les llega porque los violentos se apoderan de ella y hay un centenar de miles de falsos exonerados, decenas de miles de otros pensionados por haber sido alguna vez interrogados por su vínculo con el terrorismo o con los atentados. Si el gasto social llegara a los pobres y no a ellos, no habría pobres. La gran mentira oficial consiste en ocultar eso.

Sólo hay una luz al final del túnel: Piñera se va el 11 de marzo de 2022. Podría haber un sucesor (no es seguro) capaz de mantener la ley y el orden. El país, entonces, podría volver a ser pacífico y ordenado, como el que entregó Pinochet el 11 de marzo de 1990, cuando ni siquiera había conflicto mapuche. 

¿Es mucho soñar? ¿Es mucho pedir? Cuando uno ha visto un millón de personas en la calle respaldando el camino de la ruina y lee los diarios, ve la televisión y oye la radio, todos entregados al credo del extremismo, piensa que puede ser mucho pedir.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog  Blogdehermógenes, el jueves 7 de mayo de 2020.