Solo nos sirve la solidaridad

Sergio Muñoz | Sección: Sociedad

La situación de extrema necesidad de amplios sectores de la población a causa de los efectos económicos y sociales de la pandemia llevó al gobierno a decidir la entrega, a partir de este fin de semana, de 2,5 millones de cajas de alimentos a las familias más vulnerables. La medida se justifica plenamente, pero plantea una inmensa exigencia de organización para llevarla a cabo. Hay que evitar a toda costa que una ejecución mal llevada agregue dificultades a las muchas que ya existen.

En el contexto de una crisis que equivale a varios terremotos juntos, el Estado tiene el deber de auxiliar a los sectores vulnerables en la máxima medida de sus posibilidades, pero debe hacerlo de un modo que aliente la reacción de la sociedad civil, para que surjan desde su seno iniciativas solidarias como las que están impulsando entidades como el Hogar de Cristo, la Fundación Techo, la Pastoral Social Caritas y otras. Los gremios empresariales y algunas empresas en particular ya habían hecho aportes en el terreno de los insumos sanitarios, pero se necesita ahora que ayuden a cubrir las necesidades básicas de muchas personas que se quedaron sin ingresos. Se requiere que las grandes fortunas contribuyan, mediante donaciones a los organismos públicos competentes, al esfuerzo del Estado por aliviar las grandes carencias que van quedando a la vista.

Sería encomiable que los colegios profesionales, las organizaciones sindicales y las federaciones estudiantiles definieran algunas formas de ayuda concreta a los grupos más necesitados. A lo mejor, la ANEF puede apoyar de alguna manera a los compatriotas que no tienen un sueldo asegurado. Lo mismo podría hacer el Colegio de Profesores, cuyos asociados podrían ayudar a repartir alimentos a quienes viven en campamentos. Se necesita sobre todo buena voluntad.

Tenemos que demostrar que somos una comunidad. Sería valioso que se produjera una verdadera competencia respecto de los aportes concretos que hagan las ONG, fundaciones y otras entidades a cubrir las necesidades más urgentes. Ello daría un ejemplo de civismo a los jóvenes, que necesitan saber que nada está garantizado y que las cosas son más difíciles cuando no existe conciencia de que hay trabajar duro para que la vida sea mejor. Quizás la TV ayude en tal sentido.

Desgraciadamente, algunos actúan hoy según el principio perverso de “tanto peor, tanto mejor”. Buscan agudizar las dificultades porque creen que de allí surgirán problemas insalvables para el gobierno y beneficios políticos para ellos. Son los que amenazan con nuevas violencias y, en los hechos, se han convertido en aliados de la crisis. Necesitan que las cosas vayan mal.

Chile saldrá adelante si potenciamos la energía positiva, la unidad por encima del partidismo, el empeño por crear una poderosa corriente de solidaridad que se extienda por todo el territorio.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera, el miércoles 20 de mayo del 2020.