Con el hambre no se juega

José Antonio Kast | Sección: Política

El debate sobre el hambre se ha tomado la discusión pública y los discursos políticos. “Los chilenos se están muriendo de hambre”, afirman algunos, mientras proponen miles de ideas fantasiosas sobre cómo resolver la nueva demanda social. Sí, los mismos que hace unos meses festinaban con el estallido de violencia y no hacían nada mientras se quemaba y saqueaba el país, hoy usan el hambre de los chilenos para hacer política y para buscar complicar al Gobierno que está de lleno tratando de contener el avance del coronavirus.

Es cierto, muchos chilenos están pasando hambre y miles en las próximas semanas se irán sumando al abandono y desesperación por la falta de insumos básicos para sobrevivir. Luego de varias semanas de cuarentena y cientos de miles de empleos perdidos, la sociedad chilena va a comenzar a vivir la peor cara de la pandemia y esa que solo lo más vulnerables les toca enfrentar. La pobreza, el hambre y la miseria marcarán a Chile por los próximos meses, y quizás años, y el debate sobre las prioridades políticas de Chile tendrá que cambiar.

Pero el hambre no se soluciona con acuerdos políticos o “pactos sociales” firmados entre cuatro paredes en el Congreso. Tampoco se soluciona fijando precios, subiendo impuestos o gastándose todas las reservas fiscales del país. El hambre se soluciona con medidas concretas de emergencia que tiene que tomar –y está tomando el Gobierno– y con una política fiscal responsable como la que en parte ha adoptado el Ministerio de Hacienda. Sin saber aún la magnitud de la contracción de la economía ni el impacto total en los empleos, el aporte económico del Gobierno ha sido significativo –mayor al de muchos países desarrollados– y acompañado de medidas de ajuste y reasignación que son indispensables para seguir manteniendo una posición fiscal sólida en medio de la contingencia.

¿Es esto suficiente para aplacar el hambre? No lo sabemos hoy y es importante seguir monitoreando como avanza la pandemia y cómo nuevas medidas se tienen que implementar para enfrentar estos múltiples desafíos. Por lo pronto, las herramientas para el desafío sanitario tienen que estar y los apoyos de emergencia para apoyar a las familias más vulnerables, también. Luego habrá que ver cómo reactivar la economía y volver a impulsar al país hacia mayor crecimiento, más inversión y un despegue de los empleos.

Lo que no podemos seguir haciendo es construir castillos en el aire con supuestos acuerdos transversales que solo se traducen en más costo para los chilenos. La unidad hoy es ponerse a disposición del Gobierno sin condiciones ni exigencias, ni empezar a negociar medidas donde cada lado busque imponer su ideología. Con el hambre no se negocia y en tiempos de pandemia, no se hace política.

Hoy lo que corresponde es apoyar el inmenso esfuerzo que ha hecho el Gobierno en materia sanitaria y dejar que los cientos de miles de funcionarios de la salud hagan su sacrificada pega y nos saquen adelante, con la menor cantidad de víctimas posibles. Hoy corresponde también apoyar la logística y las decisiones del Gobierno para aliviar los estragos económicos de la pandemia, mientras dura el estado de emergencia y las libertades se ven conculcadas.

Ya habrá tiempo para evaluar las medidas y para proponer visiones del futuro sobre cómo enfrentar el Chile post pandemia. Pero eso no corresponde hoy y quien proponga lo contrario solo esconde su miserable oportunismo en un momento en que Chile nos necesita a todos, sin excusas ni complejos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por  El Líbero, el martes 26 de mayo del 2020.