Sororidad fuera de la fe

Gonzalo Rojas S. | Sección: Religión

Gracias a  InfoCatólica sabemos que el 31 de agosto y 1º de septiembre se celebró en Concepción el III Encuentro de Mujeres Iglesia Chile, en el que participaron 110 laicas y consagradas de todo el país, en el Colegio Sagrado Corazón.

Las notas distintivas de ese encuentro son tres, a tener muy en cuenta para todo lo que va a tener que enfrentar la Jerarquía Católica en los próximos años.

1. Por una parte, la exaltación de un laicado no vinculado a la Jerarquía.

Igual a como ha sucedido con los autodenominados grupos de ‘Laicos de…’ las participantes critican los “roles secundarios” de las mujeres en la Iglesia y piden “papeles protagónicos, retiros feministas y liturgias circulares donde todxs nos escuchemos”, rechazando “que solo predique uno y el mismo” y las “prédicas que no responden a estos tiempos”. Se trata de una total y banal horizontalidad, carente de todo reconocimiento del carácter jerárquico de la Iglesia. Son sinceras para afirmar que rechazan la “servidumbre de las mujeres hacia la Jerarquía”. ¿Qué entenderán por servidumbre? ¿Obediencia en la fe y en la disciplina, en la moral y en la liturgia? Obviamente, sí. En esto, no son católicas.

2. Por otra, la promoción del feminismo radical.

El evento llevó por nombre “Gracias Ruah, Dios madre, Jesús hermano”. Como bien afirma InfoCatólica, la Ruah es ‘la palabra hebrea que designa al Espíritu Santo y que, en esa lengua, es gramaticalmente femenina, hecho que las participantes parecen considerar como una prueba de que la tercera Persona de la Trinidad es, en algún sentido, mujer’. Afirman que aprendieron a llamar a Dios “con toda propiedad Madre”, exigen que “nunca más” se conciba a “Dios solo como Padre”. En consecuencia, denuncian también la imagen tradicional de la Virgen María y de Santa María Magdalena, que consideran “modelos estereotipados de mujeres”. 

Además, piden “crecer en lenguaje inclusivo en todos los espacios litúrgicos” y adoptar “nuevos lenguajes simbólicos sobre Dios, no solo masculinizantes”. Esto implica un rechazo de la “teología patriarcal” y de una “única visión de las cosas”. Por ello, denominaron el encuentro como “sororidad”. En esto, no son católicas.

3. En tercer lugar, la destrucción de la liturgia y de los sacramentos. 

El encuentro finalizó “con una preciosa liturgia comulgando pan, uvas, pasas, agua, leche y miel”. InfoCatólica nos dice que para las participantes esa acción recordaba “los ricos frutos de la tierra y el amor de Dios regalado en la gratuidad de la creación y también en nuestro cuerpo de mujeres”, aunque “en la comunión hicimos también memoria del Señor”. Obviamente, a esa destrucción de la materia y de la forma de la Eucaristía, se suma la petición de las presentes en el sentido de exigir “que las mujeres puedan presidir en todas las liturgias” y su “plena sacramentalidad” en la Iglesia, es decir, la ordenación de mujeres, porque, afirman, “Jesús llamó también para su ministerio mujeres discípulas y apóstolas”. Saben perfectamente todas las participantes que el Colegio apostólico está integrado sólo por varones, que sus nombres conforman una lista cerrada y que sólo por acción de sus manos se transmite el sacerdocio. Lo saben, pero lo niegan. En esto, no son católicas. Punto.