Guerra de desgaste en Venezuela

Juan Ignacio Brito | Sección: Política

Nicolás Maduro y Juan Guaidó parecen atrapados en un empate que les desagrada a los dos. Cada uno posee lo que le falta al otro: el primero tiene la fuerza, pero carece de popularidad y legitimidad; el segundo cuenta con el respaldo de la ciudadanía y la Constitución, pero no le basta para sacar al “usurpador” del poder. Los dos querrían acabar de una vez con su adversario en una guerra relámpago. Sin embargo, lo que enfrentan es una guerra de desgaste, que se prolongará hasta que alguno tropiece y termine cayendo, ya sea de manera abrupta o por agotamiento.

El martes 30, al igual como había sucedido el pasado 23 de febrero, los venezolanos pensaron que por fin había llegado el día en que se sacudirían de la dictadura que los tiene sumidos en la opresión, la corrupción y el caos social y económico. Pero no. Ni el frustrado arribo de la ayuda humanitaria ni el lanzamiento de la “fase final de la Operación Libertad” consiguieron desalojar a Maduro, en ambas ocasiones por el mismo motivo: aunque ha habido numerosas deserciones en rangos medios y bajos, a Guaidó le ha sido imposible penetrar los altos mandos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para expulsar a Maduro y sus secuaces.

Sin embargo, que los uniformados no apoyen a Guaidó no significa necesariamente que estén firmes detrás de Maduro. La ausencia de militares en las calles el martes, cuando el régimen enfrentaba una amenaza existencial, que las propias autoridades chavistas calificaron como un intento de golpe de Estado, habla mucho acerca del ambiente interno en la FANB. Parece claro que, en esta nueva etapa de la guerra de desgaste, la oposición logró horadar un poco más el soporte militar del chavismo y que este último tomó nota de la tardía y poco entusiasta reacción del alto mando. Ayer y el martes, los encargados de defender al régimen en las calles fueron la Guardia Nacional Bolivariana y los milicianos leales a la dictadura, no el Ejército.

En un tablero como el venezolano, donde ya no hay diálogo posible y las autoridades chavistas parecen inmunes al sufrimiento de la gente, los militares constituyen la pieza de poder clave que terminará inclinando la balanza. Vencerá quien logre cautivar o forzar su lealtad. Un juego en el cual ambos bandos compiten por el favor de los uniformados. Mientras estos -cada vez más presionados ya no solo en Venezuela, sino también desde Cuba, Rusia y EE.UU.- no terminen de definir con nitidez su postura, el pulso seguirá desarrollándose con dramatismo ante los ojos del mundo. Cuando finalmente se decidan y respalden con determinación a alguno de los rivales, los dados estarán echados, existirá un ganador y la guerra de desgaste habrá concluido.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera en https://www.latercera.com/opinion/noticia/guerra-desgaste-venezuela/638130/, el jueves 2 de mayo de 2019.