Dirigentes

Adolfo Ibáñez S.M. | Sección: Política, Sociedad

Nuestro país adolece de una falta de dirigentes. Personas que aglutinen a la sociedad marcando rumbos, dando ejemplos y que sean convincentes más que eficientes; que asuman la responsabilidad por sus actos. Hace noventa años, Ortega y Gasset nos describió la sociedad de masas que advenía. Hoy parece que estamos aún más allá de tal sociedad, pues lo que se percibe es una sociedad de vacío. No solo carente de las minorías selectas que él destacaba, sino carente de temporalidad: sin pasado -tradiciones- ni futuro -expectativas- y, por lo mismo, sin presente, el momento donde se enlazan los tiempos. Esto trae aparejado un vivir sin contemplar deberes para con los demás, lo que impide entrelazarse y formar un tejido que reúna a todos en un conjunto.

Aparentemente, vivimos en un presentismo superlativo, en un estar solamente, pues no pretendemos venir de ninguna parte ni ir a ninguna parte: los hombres de » nowhere land » que cantaron Los Beatles hace ya cincuenta años. Una contribución importante para llegar a esta situación proviene, sin duda, de la izquierda fosilizada, que no logra ni le interesa zafarse de su discurso de hace medio siglo, que ya entonces era pasado de moda: un modo sutil de deseducar y desconectar a las personas de la realidad, la que solo es vivible y perceptible cuando se tiene un sólido anclaje en el tiempo y en el conjunto social al que se pertenece.

Más allá de ese fósil político, somos herederos de un sistema social que no apunta a educar, a formar personas, sino solo individuos con aptitudes para desempeñarse laboralmente. Y que se suma a un cierto bienestar material que aminora el problema de la subsistencia, asunto que copaba la vida de las sociedades pretéritas. Y este es un problema no solo de la educación escolar, sino de la sociedad toda: de una sociedad sin rumbo que ha olvidado la necesidad de formar personalidades fuertes, con capacidad intelectual y calidad moral para enfrentar las exigencias no solo económicas, sino también sociales, culturales y técnicas de un mundo que gira sin cesar.

Superar esta situación es complejo y tomará algo más que mucho tiempo. Para ello se requiere de personalidades destacadas, que guíen y convenzan mostrando los grandes horizontes del futuro. Frente a este desafío, las personas en cargos ejecutivos son solo subalternos para llevar a cabo ciertas labores, sin responsabilidades respecto de directivas fundamentales. Para esta tarea superior se requiere de personas destacadas: los dirigentes.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio.