Feministas movilizadas

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política, Sociedad

El volante que usted está observando fue utilizado para dirigir la votación a favor del paro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, la famosa Beaucheff, una protesta más entre muchas otras que afectan hoy al sistema educacional chileno.

No se ría, tómelo muy en serio, no sólo porque los paros y las tomas efectivamente se han producido, sino porque revela las más profundas tendencias de un pequeño pero influyente sector de nuestra juventud.

Cuatro son las grandes incoherencias que se aprecian o deducen del volante.

Primero, el motivo. No está expresado, pero se lo ha definido como “un rechazo al acoso sexual, tanto nacional como internacional”. Buena causa. El acoso sexual es repudiable. Pero  lo que resulta del todo incoherente es que las mismas personas que lo rechazan públicamente, promuevan también de modo abierto una sexualidad completamente desgajada de todo criterio moral y sólo fundada en las exigencias hormonales y afectivas de la propia individualidad.

Segundo, los medios. Un paro, una toma  -así en genérico, de facultades, universidades o liceos completos-   no guarda proporción alguna con sucesos condenables y sancionables caso a caso, a partir de investigaciones judiciales enmarcadas en el debido proceso. Por el contrario, las feministas postulan que el acoso sexual individual justificaría, supuestamente, la agresión masiva e indefinida que significa para la inmensa mayoría de los universitarios o escolares el paro o la toma de su establecimiento.

Tercero, el procedimiento. Si no fueran tan explícitas las feministas radicales en su defensa de la igualdad absoluta, alguien podría despistarse y pensar que en realidad están buscando un nuevo machismo de signo inverso. Pobrecitos hombres de Ingeniería de la U que votaron. Lo hicieron sólo para validar la superioridad de mujeres que los consideran claramente inferiores, utilizables sólo para el quórum. Simbólicos, ellos.

Y cuarto y último, su ejercicio democrático. Todas estas demócratas han fijado en 30% el quórum para validar la votación. No hay pudor alguno  -perdón por usar esta palabra asociada al cuerpo humano-   para decirle a la sociedad toda, partiendo por sus compañeros: no nos importan en lo más mínimo las mayorías; somos minorías audaces y haremos lo que nos dé la gana.