Cada laico con su conciencia

Gonzalo Rojas S. | Sección: Religión, Sociedad

El párroco de la catedral de Osorno le ha llamado severamente la atención al autodenominado grupo de “Laicos de Osorno”, instándolos a pedir perdón también por sus reiteradas manifestaciones dentro y fuera de esa Iglesia, algunas con claros signos de total irreverencia.

Podríamos quedarnos ahí, en la conformidad que produce el ejercicio de la autoridad con criterios claros.

Pero eso serviría de poco.

Lo importante ahora es que todos los laicos -todos los católicos de a pie, los fieles comunes y corrientes de todas las diócesis de Chile- asumamos esa amonestación como dirigida a cada uno de nosotros, aunque ciertamente por otras culpas, por otros comportamientos u omisiones.

¿O no tenemos acaso que arrepentirnos del abandono en que hemos dejado a nuestros párrocos, privándolos frecuentemente del afecto, la compañía, la asesoría en materias profesionales imprescindibles, e incluso, esquivando toda participación en las actividades parroquiales que no sea la estrictamente necesaria, es decir la Misa del Domingo?

¿No es también motivo de auto reproche nuestra falta de generosidad económica para entregar puntualmente la colaboración a la Iglesia y generar una colecta en las Misas digna de la condición de quienes participamos? ¿No hemos sido conscientes de las condiciones a veces mínimas en que viven muchos sacerdotes en sus casas parroquiales?

¿Quién de nosotros puede decir que siempre ha hablado bien de los sacerdotes en general y que cuando ha tenido que hacer algún comentario por conductas inapropiadas que le ha tocado conocer de primera mano, los ha formulado donde corresponde y con la cautela que exige la caridad?

¿No debemos además reprocharnos el haber disuadido a posibles vocaciones sacerdotales bajo el pobre argumento de que tendrán una vida dura y llena de sacrificios? ¿No hemos acaso dudado nunca del valor enorme que tiene el celibato sacerdotal como camino de unión con Dios y como testimonio de entrega por los demás?

En fin, que esto está pareciéndose a un examen de conciencia.

Pero, sí, efectivamente, la conciencia nos dice que tenemos que hacer mucho más examen, y pedir perdón… y cambiar.