La Haya otra vez

Axel Buchheister | Sección: Política, Sociedad

Finalizaron los alegatos en la Corte Internacional de Justicia por la demanda de Bolivia contra Chile, que persigue que se declare que tenemos la obligación de negociar una salida soberana al mar. La impresión que queda de leer la prensa es que nuestra defensa lo hizo bien, que no solo argumentó en términos jurídicos sino que en forma más política, que era algo que hacía falta.

Como si eso importara. No en vano se siente la ansiedad ante el fallo que se pueda emitir, la que no debiera existir, cuando nos asiste el cien por ciento de la razón en derecho: hay un tratado de límites, firmado en 1904, que resuelve el asunto. La explicación es la Corte misma, que la conocemos y hemos aprendido que no es un tribunal de derecho, como supusimos cuando adherimos a su jurisdicción mediante el Pacto de Bogotá. Pues hoy es un tribunal “justiciero”, muy creativo y que no se siente atado por el derecho internacional. Y por lo tanto, que hace justicia a su pinta y que regala lo que parece pertinente, prescindiendo de la realidad, la historia y los tratados.

Que lo sabíamos, no hay duda. Ahí está el precedente inmediato, la disputa entre Colombia y Nicaragua, resuelta también por un tratado de delimitación marítima. No obstante, la Corte regaló al país centroamericano una enorme extensión del mar Caribe que –conforme aquel– era colombiano. Tanto, que Colombia se retiró de la jurisdicción de la Corte; toda una paradoja cuando el pacto que la sometía a ésta se acordó en su capital. Luego vino el fallo en la disputa creada por Perú con Chile, que también era resuelta por instrumentos que la propia Corte reconoció constituyen un tratado, pero donde dicen 200 millas ella leyó 80 millas y le entregó una enorme porción de nuestro mar al país del norte. O sea, le dio razón a Chile y el mar al Perú.

Entonces, Evo Morales ni corto ni perezoso nos demandó ante La Haya. Interpusimos una excepción para que se desechara el libelo, por cuanto constituye una evidente estratagema para alterar el tratado de límites, cosa que le está vedada al tribunal en derecho, a pesar de lo cual la rechazó. Obviamente no lo hizo para más tarde en la sentencia desestimar la demanda en todas su partes, no tendría sentido. Por lo mismo, algo se le dará a Evo; a estas alturas, es casi imposible que no obtenga nada.

Después de todo esto es inexplicable que continuemos sometidos a la jurisdicción de la Corte y que no hayamos seguido oportunamente el ejemplo colombiano. Peor aún, en vez de salirnos, contrademandamos a Bolivia por el asunto del Silala. Una demanda en que no podemos ganar nada, apenas que se reconozca lo que ya tenemos, pero sí perder algo, conociendo a la Corte. Lo que hicimos al demandar fue darle un voto de confianza a la Corte de La Haya y validarla en su forma justiciera de proceder; simplemente nos pusimos a su disposición. Entonces, cuando salga el fallo no nos sorprendamos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.