Sin padre ni madre

Ignacio Aréchaga | Sección: Sociedad

El Canadá de Justin Trudeau se ha convertido en un laboratorio de lo políticamente correcto, bajo la bandera del respeto a la diversidad y la integración de las minorías. Este celo por la inclusión exige también modificar el lenguaje burocrático, para que no choque con la identidad de género que cada uno asuma. Ya el año pasado el gobierno autorizó que en el pasaporte en el sexo pudiera ponerse X, para los que no se consideran “binarios”.

Ahora el gobierno ha dado unas instrucciones lingüísticas para los funcionarios que atienden al público. Las directrices mandan que los funcionarios utilicen un lenguaje neutral en cuanto al género, para evitar que “pueda ser percibido como un sesgo hacia un particular sexo o género”. Como ejemplo, las instrucciones dicen que, en vez de utilizar los términos “father” y “mother”, se utilice el término neutral parent. Proscritos también, en una primera interacción con el cliente, los educados tratamientos de “Mr” y “Ms”. El funcionario llamará al ciudadano por su nombre completo o le preguntará “de qué manera prefiere que se dirija a él”. Por lo visto, en los tiempos que corren, ni el nombre ni la apariencia física ofrecen suficientes pistas para saber qué se siente el interlocutor.

El ministro se ha visto obligado a precisar que los tratamientos de señor/señora podrán seguir siendo utilizados, si los clientes lo piden. A su juicio, el lenguaje neutral es solo “una cuestión de respeto”.

Pero los funcionarios de las oficinas de atención al público están constatando que los clientes, sobre todo los de mayor edad, consideran una falta de respeto que se omita el tratamiento.

También suscitan perplejidad preguntas del tipo: “¿Cómo se llama su progenitor n.º 1?”, que suelen dar lugar a un silencio neutro. Se ve que cada vez es más necesario un diccionario de lo políticamente correcto, que instruya en los arcanos del “newspeak”.

Todo esto se hace en nombre del respeto. ¿Pero es respetuoso neutralizar la digna figura de padre/madre rebajándola en la jerga burocrática a “progenitor n.º1”?

Frente a las críticas que han tachado de ridículo este lenguaje neutral, el ministro de familias, Jean-Ives Duclos, ha asegurado que las directrices responden al deseo de “reflejar la diversidad de la población de Canadá” y de “adaptarse a la realidad de las familias del siglo XXI”. Pero da la impresión de que más bien se trata de enmascarar la realidad. Si hay algo poco diverso es que todo el mundo tiene un padre y una madre biológicos, incluso los gestados por maternidad subrogada. Pero los términos de “padre” y “madre” resultan ya incómodos para la ficción jurídica de las familias de una pareja del mismo sexo, o de otros modelos de familia más dependientes de la probeta que de la naturaleza.

En un mundo en el que lo que uno siente está por encima de la realidad, la naturaleza se considera ya un límite inadmisible. “Padre” y “madre” son términos que apestan a biología, y hay que diluirlos en un baño de neutralidad.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Aceprensa, www.aceprensa.com