La ‘fakenews’ del invierno: la nieve no existe

Pedro Fernández Barbadillo | Sección: Sociedad

Empezamos marzo, el mes que entra la primavera y ya me toca escribir el artículo de los últimos inviernos, en que me río de los calentólogos. Y lo hago mientras una tormenta de nieve y lluvia descarga sobre España –salvo las Canarias, donde hace poco tuvieron inundaciones- y parte de Europa.

En Gran Bretaña se les han juntado un frente frío venido de Siberia y apodado la ‘Bestia del Este’ con la tormenta Emma. Nevadas, heladas, inundaciones… Es el momento en que todos los escépticos recordamos el reportaje catastrofista del periódico inglés Independent: “Las nevadas son cosa del pasado”, publicado en 2010. Los editores borraron la página, pero circula por Internet, y aquí la tiene, amigo lector, para que se la descargue en su teléfono y se la pueda enseñar a su cuñado progre cada vez que dé la lata.

Como el resto de la prensa británica, el Guardian, un periódico muy progre, dio el miércoles 28 la impresionante foto de unas nubes descargando nieve sobre Londres, pero como no puede ser noticia que en invierno nieve, para que los incautos no se confíen, la segunda noticia más importante de la portada es una ola de calor en el Ártico.

Por casualidad y por Twitter, me encuentro con dos titulares del Diario de León. El primero es de 2008: “Los científicos auguran que en el 2018 no habrá nieve por debajo de 2.000 metros”, debido al calentamiento global o al cambio climático. Y por eso aprobaban que no se construyera una estación de esquí en San Glorio, como había sentenciado un tribunal.

Pero como dice el título de una obra de teatro, “No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla”. Ha llegado 2018 y el mismo periódico titula “Nieve a 300 metros”.

La naturaleza sabe más que los expertos humanos.

Yo reconozco que estaría dispuesto a prestar atención a las predicciones –buenos, ellos las consideran profecías– de los calentólogos si no exageraran tanto. Porque ya hemos perdido la cuenta de las trolas que sueltan Greenpeace y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU: que el hielo del Ártico y la Antártida se fundirá, que subirá el nivel de los mares, que nos quedaremos sin glaciares, que se morirán los osos polares, que el desierto africano alcanzará Tres Cantos…

Ay, los osos polares, las estrellas de todos los reportajes sobre el deshielo causado por la maldad y el egoísmo humanos… ¡Pues respire tranquilo, aguante las lágrimas, amigo lector! Si en 2007 se anunciaba la desaparición de los osos polares, como una hecatombe al detestable progreso humano, diez años más tarde resulta que  la población total ha aumentado.

¿Y qué decir de los glaciares, con sección fija en todos los telediarios en verano? Un reciente estudio de la Universidad de Barcelona sostiene que  los glaciares de los Pirineos, por los que lloran los veraneantes de montaña, son un fenómeno tan reciente que se les podría considerar una anomalía. Nacieron en la Pequeña Edad de Hielo y desde que terminó ésta, en el cambio entre los siglos XVIII y XIX, retroceden.

En el siglo XVIII solía helarse el río Tamésis y, con menos frecuencia, el Ebro. A la vista del informe, la conclusión es que después de un período anormalmente frío, al menos en Europa, estaríamos regresando a un clima templado, aunque ya nos acoquinaron en los años 70 con la inminencia de una glaciación.

Ay, los osos polares, las estrellas de todos los reportajes sobre el deshielo causado por la maldad y el egoísmo humanos… ¡Pues respire tranquilo, aguante las lágrimas, amigo lector! Si en 2007 se anunciaba la desaparición de los osos polares, como una hecatombe al detestable progreso humano, diez años más tarde resulta que  la población total ha aumentado.

¿Y qué decir de los glaciares, con sección fija en todos los telediarios en verano? Un reciente estudio de la Universidad de Barcelona sostiene que los glaciares de los Pirineos, por los que lloran los veraneantes de montaña, son un fenómeno tan reciente que se les podría considerar una anomalía. Nacieron en la Pequeña Edad de Hielo y desde que terminó ésta, en el cambio entre los siglos XVIII y XIX, retroceden.

En el siglo XVIII solía helarse el río Tamésis y, con menos frecuencia, el Ebro. A la vista del informe, la conclusión es que después de un período anormalmente frío, al menos en Europa, estaríamos regresando a un clima templado, aunque ya nos acoquinaron en los años 70 con la inminencia de una glaciación.

¿Habrá algún alma generosa que recoja todas las subvenciones abonadas en uno solo año España y la Unión Europea a programas, universidades, cumbres, publicaciones y ONG para estudiar el calentamiento global?

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Actuall, www.actuall.com.