Es que le temen

Axel Buchheister | Sección: Política, Sociedad

La dura agresión que sufrió José Antonio Kast en la Universidad Arturo Prat de Iquique mereció condena general pero no fue unánime. Porque algunos, luego de despachar la reprobación de rigor, agregaron comentarios que tendían a culpar al propio agredido.

Comentario aparte merece la declaración de académicos y administrativos del plantel de propiedad estatal, la que ni siquiera cumplió la formalidad de condenar la agresión sino que la aprovechó para hacer público su rechazo a la presencia de Kast en el lugar. Y cómo no recordar que días antes la Universidad de Concepción, entidad privada que se precia de tolerante, pero que además recibe ingentes recursos públicos, le impidió exponer ante sus alumnos con un pretexto burdo.

El doble estándar del Frente Amplio fue evidente. Luego de la formalidad de expresar condena, desde el púlpito de los poseedores de la verdad sentenciaron que el “odio debe terminar” y que Kast es su “incitador permanente” (Vlado Mirosevic) o que “promueve un discurso de odio” (Giorgio Jackson). Coincidió con ellos el comunista Daniel Jadue, pues dijo condenar la agresión “a pesar del odio que profesa día a día”. ¿Cuándo Kast ha incitado o profesado el Odio? Cualquiera que haya seguido su trayectoria sabe la respuesta: ¡jamás! Interpelados los autores de esos comentarios u otros opinantes afines, dan explicaciones que al final solo se pueden leer de una manera: porque opina distinto de la verdad objetiva que nosotros proclamamos. La intolerancia misma. Pero sin duda lo más grave fue la opinión del presidente del Senado: “Hay ciertas señales de que José Antonio Kast anda en una actitud un poquito provocadora también (…) Yo lo llamaría a él a tener más moderación”. Por su alta investidura se habría esperado otra cosa. Cree el senador Montes que adicionando un diminutivo se sostiene una falacia, pues, ¿a qué se refiere con pedir “moderación”? ¿Acaso que Kast se guarde ciertas opiniones legítimas para no molestar a la izquierda o que no concurra a una universidad estatal para no provocar a las hordas violentas que moran en ella? ¡Vaya convicciones democráticas!

Lo que hay detrás de todo esto, es que a Kast le temen; y por eso intentan descalificarlo, presentándolo incluso como agente del odio. Le temen porque pone en jaque el modelo de debate que por muchos años ha prevalecido en Chile, hábilmente impuesto por la izquierda para su beneficio, en que ella es la que fija el marco de discusión y la única que posee autoridad moral.

En suma, le temen porque es un político que se atreve a desafiarlos en su base dialéctica de poder. Chile necesita a más como Kast, porque ya basta del discurso monocorde. Somos los chilenos, que oyendo opiniones y versiones de lo que es la verdad, los llamados a decidir con nuestro voto quién está en lo correcto; no la izquierda.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.