La marihuana, ¿algo banal?

Sergio Canals L. | Sección: Política, Sociedad

Promovemos la libertad morfológica, el derecho a modificar y mejorar el cuerpo, su cognición, y sus emociones”, declara en su punto ocho el manifiesto del 2012 –de impronta fuertemente materialista–, que promueve la búsqueda de una condición plena de perfección “transhumana” científica tecnológica para las personas.

Ayer, en California, con 39 millones de habitantes, se inició el permiso legal de uso recreacional de la marihuana con un volumen del negocio anual estimado entre 5.800 y 11.000 millones de dólares, y ya se plantea gestionar un banco para “mover ese mercado”.

En Chile, la última encuesta del Senda mostró el aumento explosivo y persistente del consumo de marihuana en los jóvenes, evidenciando un lastimoso y sistemático fracaso en las políticas de prevención. El relato del daño desde la ciencia y su riesgo quedó disuelto en medio de la posverdad y el derecho “transhumanista” al consumo de los químicos. De esta manera se buscaría modificar el funcionamiento cerebro mental y así perturbar mágica y fácilmente la relación con la realidad, devorando la droga –además del mismo juicio de realidad– la capacidad natural de fantasía, el ensueño y la imaginación.

Hoy la marihuana no es más que un producto de consumo que se mueve con las leyes de la venta de los derechos a buscar desenfrenadamente el bienestar y la felicidad, en este caso, química.

Solo levedad y banalidad en la deriva material individual hacia el narcisismo placentero químico de hoy, que olvida que lo “que posees termina poseyéndote”. En este caso, que el pito es él que te fuma y que además te enferma.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.