Frente Amplio

Alfredo Jocelyn-Holt | Sección: Política

A los historiadores se nos perdona que leamos noticias pasadas, y puesto que, hacia la segunda vuelta, los dirigentes del FA hablaron mucho y de todo, quizá debiéramos volver a lo que dijeron. A Nicolás Grau, por de pronto: “Efectivamente queremos ser como Corea… Corea del Sur” (hasta hace poco una dictadura, luego una democracia corrupta que depone a la hija del dictador). “Nuestra oposición es al sistema… es una cuestión táctica… queremos un cambio cultural y de régimen… somos la fuerza que va a romper el sistema” (aunque este mismo diputado electo de RD, Renato Garín, 17 días después agregaría: “en términos generales, las propuestas del Frente Amplio son de sentido común… cierto sentido común que está en el ambiente”).

Difícil de entenderlos. Tanto más si aparece otra diputada electa, Camila Rojas, pero de Izquierda Autónoma (IA), que puntualiza que el FA “no se reconoce como una organización de izquierda, no lo hizo en sus inicios y, por sus características, es difícil que lo vaya a hacer… esa izquierda está en disputa”. Claramente RD e IA se entienden hasta por ahí no más. Cuestión que Carlos Ruiz Encina, uno de sus ideólogos, lo sabe mejor que nadie: “El FA no va a ir a ninguna parte con complejos edípicos respecto de la Concertación. Es comprar boletos del Titanic sabiendo que se hunde. Sería fatal”. Y que Gonzalo Winter, diputado recién elegido del Movimiento Autonomista, confirma cuando, en son acomodaticio después del 17-D, tuitea: “Pasadas las elecciones tenemos que hacernos un montón de preguntas, por ej. ¿Qué dice el FA al pequeño empresario? ¿qué le dice al emprendedor? ¿A las víctimas de la delincuencia? ¿Al cesante?

Una posible explicación es que el FA sea una fuerza meramente circunstancial. Dicen sus voceros una cosa un día, dicen otra, días después, según el barómetro. Sus votantes serían erráticos (un 25% que apoyó a Bea Sánchez habría votado por Piñera el 17-D, lo afirma el diario El País). Puede ser también que se trate de una tendencia o moda tan vistosa como efímera, vaya a saber uno cómo diablos va a evolucionar o mutar.

Esto último quizás explique la manera como los medios tratan al FA. Se atienen a lo que sus personeros manifiestan en entrevistas, no les hacen preguntas incómodas. No se les recuerda sus pasos anteriores (en Derecho y Ciencias Sociales UCh, Techo para Chile, Educación 2020, Mineduc, Municipalidad de Providencia…); se prefiere indagar sobre sus “picadas”, sus tres o cuatro libros de cabecera, y vamos reproduciendo sus tuits. Sobre sus mentores adultos se sabe poco. Como con el “Pingüinazo” y el 2011, se prefiere pensar que serían parte de una ola espontánea, una pura “señal de los tiempos”. Renato Garín lo confiesa: “El FA es una marca que funciona muy bien en la prensa… hay una sinergia natural entre la prensa y el FA”.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.