2018: El año del perro

Mauricio Riesco Valdés | Sección: Política

Es costumbre hacer al término de cada año, un balance de lo ocurrido en su transcurso y algunos pronósticos para lo que pudiera venir en los próximos 12 meses. Para esto último se necesita ser versado en astrología y yo no lo soy; además, mis pronósticos serían tan creíbles como las encuestas. Es por eso que en estos días me he limitado a reflexionar sobre una noticia impresionante ocurrida en 2017. No se trata ni de los incendios forestales, ni los miles de millones de pesos “extraviados” por policías en sus bolsillos, o la desclasificación de la “roja”, ni los fraudes, desfalcos, y corrupción galopante (a diestra y siniestra), ni a otros muchos acontecimientos similares ocurridos antes de diciembre. No, esas fueron malas noticias para Chile. Pero las hubo también buenas, por cierto, y yo apunto a una de ellas: el ya cercano término de los operadores de retroexcavadoras y el cambio de éstos por entusiastas maestros de la construcción. Alguien me dijo que, según los chinos, este 2018 sería el año del perro. Y yo no sabré de astros pero de perros algo sé; son fieles, valientes, inteligentes, buenos guardianes, y preocupados del cuidado de su gente, entre otras cualidades. ¡Qué mejor, entonces!, un año de perros y maestros avezados. Hasta aquí, todo bien.

Lo que no sé es cómo se irá a compaginar esto del perro con el Frente Amplio. No sería un tema de preocupación si el animal asignado a Chile fuera uno de esos de bajo coeficiente intelectual canino (¿tipo chihuahua?), pero, así como se ve la cosa, quizás si pudiera tratarse de un cachorro de gran danés. Es que, con apenas unos cuantos meses de edad, la inesperada votación que obtuvo el Frente Amplio en la primera vuelta de nuestra reciente elección presidencial, lo situó nada menos que como la tercera fuerza política del país. Por ahora, se trata de una coalición de partidos y movimientos políticos sin una formación o estructura definida, aunque con objetivos bien claros; están en su programa de gobierno que ellos presentaron para un eventual mandato. Se trata de 346 páginas que revelan un proyecto paradisíaco, una doctrina, un credo, cuyo contenido se puede sintetizar en, apenas, una docena de palabras y en mucho menos de una página. Yo lo definiría como “El Estado, dios hercúleo y vindicador, aunque misericordioso y magnánimo con lo ajeno”. Amén.

Por varias similitudes, no coincidencias, la asociación natural que del Frente Amplio hace uno, es con el español Podemos. Ambas agrupaciones han tenido un crecimiento diría que desenfrenado. De hecho, Podemos nació en enero de 2014 y ya en las elecciones generales de diciembre de 2015 consiguió un 20% de los votos y 69 escaños en el Parlamento, de los 350 que son. La coalición política de los frentistas criollos, a su vez, comenzó a fraguarse como tal recién en enero de 2016 y su estreno oficial fue un año después; aunque aún inmadura y con algunas divergencias entre sus múltiples y variopintos miembros, es ya una fuerza inestimable en la política chilena, con su, también, 20% del electorado, un millón trescientos treinta y seis mil votos, y que, por apenas dos puntos, no pasó al balotaje final con su abanderada, doña Beatriz de Jesús Sánchez M. El grupo tenía dos representantes en el Parlamento y hoy tiene 20 diputados y un senador. Es obvio que ambas colectividades, el Frente Amplio y Podemos, supieron aprovechar coyunturas similares y capitalizar, en el momento oportuno, las pretensiones populares. Al contrario de varios actores políticos tradicionales, que no han visto, o querido ver, los cambios habidos en los distintos estratos sociales, sus necesidades y aspiraciones. Ocupados como estaban en otros menesteres, tampoco han querido darse cuenta de ese marcado rechazo que muchos de ellos inspiran por lo que hacen mal o dejan de hacer bien, ofreciendo más de lo mismo. Aquellos otros movimientos, sin embargo, siendo símiles aún impúberes ambos, obligan a escuchar su prédica revolucionaria, sea ésta populista o no, sea utópica o no lo sea, sea oportunista, igualitarista, marxista, o lo que se quiera, pero son siameses de respeto… izquierdas radicales, y ya veremos si en Chile los Frentistas terminan siendo, además, de temer. En España han arrastrado a miles de “indignados” como se les llamó allá y, según se ve, también lo están acá, haciendo instrumento de su causa, la decepción, el disgusto y la molestia general del pueblo.   

Será éste el año del perro y, lo que sea que eso signifique, así como va la cosa, ni esperanza de chihuahuas; en verdad, veo que el Frente Amplio pinta para gran danés… si bien mantengo yo mis esperanzas de que nuestro cachorro criollo, no moleste demasiado.

Y, de ahí, mi otra esperanza, y es que en este 2018 se funde un nuevo partido político que, con la coalición Chile Vamos que encabezará el próximo gobierno, puedan juntos balancear la situación. Pienso en un partido que sea de extrema derecha (pero en lo valórico… no se asusten por el adjetivo), y, más aun, que sea políticamente incorrecto. Es que los valores de esa derecha a la que muchos aspiramos para Chile, difieren de aquellos por los que suspiran al otro lado, o sea, a la izquierda. Es que, por esta banda, somos una buena cantidad quienes estamos imbuidos en los valores de un libro: se llama Catecismo; los otros tienen un manual (se llama El Capital, de Karl Marx) donde se listan los fundamentos filosóficos de las diabluras para ser buenos izquierdistas. Sí, yo confío en la creación de una nueva colectividad donde la transparencia y el amor por Chile y su gente, especialmente los más necesitados, campee sin tapujos, ni conveniencias mezquinas, ni cálculos, ni clientelismo, ni nada. Que dé cabida a los miles que esperamos un cobijo político, una identidad anhelada pero aún ausente. Uno que, por hablar con la verdad, de seguro cosechará buenos frutos. Por el momento somos 522.946 (un 7,93% del total dijo el Servel; un 40% de lo de doña Beatriz de Jesús, digo yo). Ya seremos los suficientes para un cambio. Por mientras, mantendremos las cualidades de tan noble animal que mencionaba más arriba: fieles, valientes, inteligentes (me excluyo, pero es que tiene que haber de todo), buenos guardianes, y preocupados del cuidado de su gente.