Los “derechos humanos” como arma

Max Silva Abbott | Sección: Política

Actualmente se está produciendo un inquietante fenómeno en nuestras democracias, en particular en países que no han alcanzado el llamado “desarrollo económico”, debido a la mañosa utilización que se está haciendo de los también denominados “derechos humanos”.

En efecto, para vastos sectores, los “derechos humanos” no poseen un fundamento objetivo (una ley natural), sino que son fruto, al menos en teoría, de los consensos. De ahí que casi no exista materia que no pueda ser coaptada por estos “derechos” (por eso el uso de las comillas), que van camino de transformarse en una realidad omniabarcante en nuestras sociedades, pues todo puede terminar relacionándose a los “derechos humanos”.

Lo anterior explica que, actualmente, el catálogo de “derechos” crezca sin cesar, hinchado por un cúmulo de aspiraciones interminables, que alimentan peligrosamente un haz de expectativas imposibles de satisfacer, por la sencilla razón que los recursos son limitados. Y por supuesto, el gran responsable de su realización debe ser el Estado.

De esta manera, sacralizadas con la ostentosa aureola de “derechos humanos”, estas aspiraciones cobran una fuerza impresionante, pues al haberse convertido estos “derechos” en una especie de “religión laica” –y para sus promotores en un dogma–, ellos no admiten objeciones ni demoras, pues nadie podría ser tan vil como para estar en contra de los “derechos humanos”.

Ahora, si a lo anterior se suma una generación joven que se ha acostumbrado a un nivel de vida que a sus padres les costó mucho alcanzar –y que dan casi por descontado, como si tenerlo fuera algo obvio y natural–, que padece de un tremendo individualismo y que casi no está acostumbrada a esperar para satisfacer sus anhelos, tenemos un cóctel perfecto para crear un conflicto e inestabilidad permanentes en nuestras sociedades.

En efecto, es cosa de enarbolar como “derecho humano” cualquiera de sus anhelos más queridos, como la educación gratis, por ejemplo. Así, al transformarse en un dogma de esta “religión laica”, sus defensores considerarán que esa aspiración tiene una especie de “priority pass” y por ende, la facultad o incluso el deber de vencer cualquier resistencia, pudiendo así atentar impunemente contra cualquier situación o estado de cosas adversos a sus pretensiones. Y por supuesto, aquí los derechos de sus adversarios no tienen ningún valor.

De esta manera, estos “derechos humanos” terminan siendo utilizados como un arma contra sus adversarios –por ejemplo, arrebatándoles su propiedad o fomentando un asfixiante intervencionismo estatal–, por injusta, irrealizable o dañina que sea la aspiración que prometen. Ello, pues al estar desprovistos de cualquier fundamento objetivo, estos “derechos humanos” se transforman en una espada de doble filo, que puede utilizar a su arbitrio el gobierno de turno.

Sin embargo, además de su utilización ideológica y demagógica, tal vez el mayor problema sea el insoportable nivel de frustración y conflicto que generan estos “derechos humanos”, pues al ser irrealizables, vastos sectores se sentirán totalmente defraudados por haber creído en unas promesas incumplibles que, por regla general, sólo buscaban su voto en las elecciones y el otorgamiento de algo así como un cheque en blanco para llevarlos a cabo.