Frente Amplio: ¿gobierno u oposición?

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política

El temor a que el frente Amplio se pueda incorporar a un eventual gobierno de Guillier está bien fundamentado.

A sus líderes y bases se les aplica la lúcida caracterización que Dostoievsky hizo de Raskolnikov en Crimen y Castigo: “Era un escéptico, era joven, dado a las abstracciones y, por lo tanto, implacable.”

Ya se vio lo ingrata que fue la presencia de algunos de esos jóvenes implacables en el ministerio de Educación, con qué celo empujaron pésimas reformas y con qué desfachatez se mandaron cambiar cuando el tiempo político se los indicó.

El temor está justificado por esa razón genérica, por ese ejemplo concreto, y también por tantas de sus propuestas ya muy conocidas.

Pero lo que llama profundamente la atención es que el propio Frente Amplio tenga temor a integrarse a un eventual gobierno de izquierda. Si ya lo hicieron con Bachelet, ¿qué los retrae ahora de la posibilidad de apoyar abiertamente a Guillier en su gestión, si consiguiera ganar?

Por una parte, ese retraimiento se explica por la típica pureza de los iluminados que miran toda alianza con elementos inferiores como degradante y, por otra, por la convicción de que esa superioridad les exige ser oposición en el período próximo, gane quien gane.

El temor a compartir gobierno con los neomayoritarios se compensa con la supuesta valentía que se expresaría en ser oposición, a todo trance, es decir, frente a cualquier ganador. Eso -piensan los frenteamplistas- sería pura ganancia y los potenciaría al máximo llevándolos por lo tanto a la victoria el 2021.

Pero ese temor a gobernar y poder desprestigiarse es una clara señal de incapacidad política (no sea lea “de incapacidad electoral”) la que los frenteamplistas suponen que no es puesta a prueba cuando se es oposición.

Grave error.

Los 21 diputados, los 14 partidos, las personalidades incompatibles entre sí, la inexperiencia e incapacidad de gestión, también le jugarán en contra al Frente Amplio, incluso siendo oposición. Lo desgastarán, desnudarán su mesianismo sin  tierra prometida. En el gobierno podrían disimularse de lo más bien en medio de una bolsa de gatos tan variopinta; en la oposición, por el contrario, quedará por fin en evidencia su precariedad.