Esas “pequeñas” mentiras blancas

Cecilia Cifuentes | Sección: Política, Sociedad

La honestidad es una virtud escasa, lo que se hace aún más evidente durante los procesos electorales. Por eso mismo, la prensa ha hecho un gran aporte verificando los dichos de candidatos y líderes de opinión. El chequeo ha permitido constatar que mayoritariamente se hacen afirmaciones falsas o casi falsas, lo que ha llevado a que al menos en temas de cifras haya ahora mayor preocupación por acercarse a la verdad, evitando quedar como mentirosos. ¿Pero qué pasa con las afirmaciones no verificables, aquellas que buscan crear una cierta imagen o defender lo que parece más atractivo al público? En ese ámbito estamos llenos de falsedades, es casi un sello nacional, una mayoría dice “pequeñas” mentiras todo el tiempo. Lo que es peor, el que escucha las mentiras, en general sabe que lo son, e igualmente las recibe sin chistar, ya que seguramente continuará en el mismo tono, diciendo cosas que no piensa ni cree, pero que resultan convenientes en el momento.

La falta de honestidad llega hasta las más altas autoridades, que nos tratan de convencer de las cosas más absurdas. Es absolutamente normal, y no tiene nada que ver con intervencionismo electoral, el que todas las inauguraciones de obras públicas (y concesionadas) se hagan en plena campaña electoral ¿acaso alguien lo cree? Conflictos políticos patentes y evidentes se disfrazan de permisos de vacaciones (el “buen” vocero debe aprender a poner cara de palo), nos dicen que los ministros y funcionarios sólo hacen proselitismo en sus horas libres, la caída en el crecimiento es pura “mala suerte”, y la más grave, la supuesta “gratuidad”, financiada con deuda pública, que sí o sí pagaremos todos. Ni mencionar los “ofertones” de segunda vuelta, en que Guillier ya no quiere competir con Piñera, sino con el Viejo Pascuero.

Pero sería muy injusto decir que este problema está radicado sólo en las altas esferas políticas, aunque sería esperable una actitud de éstas ejemplificadora. Las licencias falsas, el surgimiento de “problemas urgentes”, las “sacadas de vuelta” en el trabajo, la supuesta objetividad de los periodistas, la copia en la educación escolar y superior, la publicidad engañosa, y mucho más, son un terreno muy fértil para que Chile sea un paraíso de la posverdad. De ahí a situaciones muy graves, aceptadas por muchos, como el que los padres lleguen a defender con abogados a sus hijos cuando son sorprendidos en una mentira; “el fin justifica los medios” pensarán esos padres que creen proteger el futuro profesional de sus hijos.

Estamos muy conscientes del grave problema de desconfianza que aqueja a nuestro país, pero ¿cómo va a existir confianza en un clima de falsedades? Volviendo a las elecciones, causó sorpresa el alto porcentaje obtenido por José Antonio Kast, a pesar de tener todo en contra. En lo personal, no creo que ese 8% represente a una derecha dura nostálgica del gobierno militar, sino a que Kast hizo una campaña esencialmente honesta, siempre dijo lo que pensaba, independiente de si era o no popular, con lo que logró generar eso que nos es tan escaso actualmente; la confianza. Es de esperar que el ejemplo de esa campaña signifique avanzar en mayor honestidad y valentía para defender lo que pensamos y creemos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Diario Financiero, www.df.cl