Eligiendo la verdad

Diego Oliva A. | Sección: Política

En las elecciones presidenciales de este domingo, hay muchas razones que, quienes tienen derecho a voto, esgrimen como argumento para justificar por qué decidirán por tal o cual candidato. La mayoría desea que la economía mejore, y pueda aumentar el número de empleos; otros, mejorar el sistema de seguridad social junto con las pensiones; un número importante de chilenos desea aumentar la seguridad y combatir la delincuencia; un número no menor, pero con fuerte voz, desea mejorar la educación y/o lograr la gratuidad en sus distintos niveles; para algunos, pocos pero revoltosos, el reconocimiento de los pueblos originarios y el matrimonio entre personas del mismo sexo son temas que debería olear y sacramentar el próximo presidente. Sin embargo, para mí, el tema realmente importante es uno del cual casi nadie habla, que permea todos los temas antes mencionados y aquellos que he olvidado mencionar: el grado de compromiso con la Verdad de los candidatos en cuestión.

Don Julio Retamal Favereau, en su libro “Y después de Occidente, ¿qué?”, menciona que hay cuatro estadios por los cuales ha pasado la Civilización Occidental en su relación con la Verdad: la verdad única, la verdad relativa, la verdad inexistente, y la verdad indeseable. La importancia de saber esto es que permite explicar el devenir histórico, en la medida que todas las obras que los gobiernos de nuestro país han realizado, realizan, o realizarán, estarán determinadas por el estadio de relación con la Verdad en el cual los gobernantes de turno se encuentren ubicados; la respuesta que se dará a los problemas mencionados en el primer párrafo dependerá de esto en última instancia. Así, por mencionar algunos ejemplos, el gobernante que crea en verdades únicas los resolverá defendiendo los cimientos que fundamentan nuestro país: la Familia, la Fe y las instituciones tradicionales; el que crea en verdades relativas, apostará por lo contractual y por lo que esté en boga; el que crea que la verdad es inexistente, buscará cambiar los valores y las instituciones ya existentes, sin importar el papel que cumplen en la mantención el orden y la prosperidad del mismo; el que crea que la verdad es indeseable, buscará lisa y llanamente destruir los valores fundamentales de la nación.

Respecto a los candidatos a la presidencia, me atrevo a decir que uno de ellos se encuentra entre el primer y el segundo estadio -más cargado hacia el segundo-, y el otro entre el segundo y el cuarto. Respecto a sus adherentes, queda decir algo parecido. En ese sentido, la elección de este domingo no será por el candidato que le guste a cada compatriota; la ley natural dicta elegir el mal menor si no se puede elegir lo bueno. La decisión que cada chileno con derecho a sufragio tomará este domingo será por el candidato que le dé mayor margen de acción para llevar a cabo lo que tiene en su corazón, para llevar a cabo sus proyectos -consonantes con su grado de compromiso con la Verdad-. Y a ti, chileno, te pregunto ¿cuál es tu relación con Verdad? Y, en función de lo anterior, ¿por quién votarás?