Liderazgo egoísta

Juan Ignacio Brito | Sección: Política

La Presidenta Michelle Bachelet parece dispuesta a todo con tal de rescatar un legado para su gobierno. Nada ni nadie parece ser capaz de disuadirla contra este esfuerzo de última hora. Cueste lo que cueste y caiga quien caiga, habrá un legado, ya sea declarando la preeminencia del medio ambiente por sobre el crecimiento económico o reafirmando la naturaleza del conflicto en La Araucanía.

El legado está cobrando víctimas importantes. Hace unas semanas fue el equipo económico y ahora el subsecretario del Interior. En ambos casos, el modus operandi fue similar. Sus caídas fueron propiciadas por declaraciones de ministros de segunda línea que luego recibieron apoyo de la Jefa de Estado. Rodrigo Valdés y Mahmud Aleuy quedaron así en el descampado político y sin otra opción que presentar sus renuncias.

No es una situación nueva: Michelle Bachelet ha ejercido en otras oportunidades un liderazgo egoísta que privilegia sus objetivos y posterga los de los demás. Durante su primer gobierno, prefirió levitar en las alturas de su elevada popularidad mientras allá abajo ardía dividida la Concertación, lo que facilitó la llegada de la derecha a La Moneda en 2010. En esa ocasión optó por protegerse y no arriesgar su capital político en una difícil operación de salvataje de la coalición que la llevó al gobierno.

Ahora, en las postrimerías de su segunda administración, Bachelet vuelve a hacer algo parecido. Habiendo declarado que ya no volverá a la política chilena, la Presidenta ha puesto todo su esfuerzo en construir un legado que permita maquillar la deficiente gestión material y simbólica que el país viene sufriendo desde 2014 y, a la vez, le facilite operar en el ambiente internacional en el que espera desenvolverse una vez que abandone el cargo.

Michelle Bachelet no será la primera Jefa de Estado en retiro –nacional o extranjera– que fije su campo de acción en la escena internacional. Sin embargo, hay una diferencia entre ella y los demás. La mayoría de los expresidentes que toman esta vía lo hacen como una manera de mantenerse activos sin interferir en la política interna de sus países, entendiendo que ya han hecho su aporte y que es necesario dejar el campo libre para que surjan otros liderazgos.

Ese no parece que vaya a ser el caso de nuestra Mandataria: ella no tiene otra opción que salir del ámbito nacional porque ha hecho un mal gobierno que será enjuiciado con dureza y que, nuevamente, propiciará la llegada de la oposición a La Moneda. Para ella, el extranjero no es una alternativa, sino una necesidad. Con ese objetivo en mente, un legado irreprochable en aquellos temas que preocupan a los organismos internacionales –cambio climático, desarrollo sustentable, reclamos de los indígenas, derechos sociales, etc.– es requisito sine qua non. Al menos en sus últimos meses en el gobierno, Michelle Bachelet está volviendo a ejercer un liderazgo egoísta que ubica sus intereses por sobre los del resto.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.