Para discutir a fondo XVIII

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política, Sociedad

Gobernar es priorizar

“§ 46. El buen gobierno pone a la ciudadanía ante la necesidad de establecer prioridades, las señala de manera transparente y no alienta expectativas desmesuradas. Una parte importante de los males que sufre Chile en la actualidad reside precisamente en que los gobernantes no han tenido el valor de decirle al país que los recursos son limitados y que, por tanto, es necesario focalizar los esfuerzos. Gobernar es priorizar, y quien no prioriza bien, no gobierna bien.

Tampoco han tenido el valor de decirle a las personas que el buen gobierno crea condiciones, gesta el bien común, pero que la responsabilidad primaria de hacerlas fructificar en bienes concretos para todos es de las personas mismas.

Eficiencia

§ 47. Un buen gobierno es eficiente. La Nueva Mayoría ha roto con la tradición chilena de buenas políticas públicas, donde estas se estudian cuidadosamente, tienen financiamiento, se consideran sus impactos sociales y se evalúa su cumplimiento. Resulta escandaloso que los fondos públicos se malgasten con políticas mal diseñadas, que siempre terminan perjudicando a los más vulnerables. La gestión pública debe tener niveles de exigencia aún más elevados que aquellos propios del mundo privado, porque ella funciona con los recursos de todos y tiene como foco la solución de los problemas de los más necesitados. La eficiencia en la gestión pública constituye un sello característico de nuestro país que resulta urgente recuperar.

Un buen Estado es eficiente; un buen gobierno crea las condiciones para la eficiencia. Esa supuesta historia de seriedad en el estudio de las políticas no es tal. Fue con la presidencia de Augusto Pinochet que esa evaluación de proyectos se hizo profesionalmente y en serio. Los gobiernos ideológicos previos y posteriores han dilapidado recursos sistemáticamente.

El mal de la abulia

§ 48. El ideal del buen gobierno es incompatible con la abulia de las autoridades: mantener por largo tiempo cargos vacantes, ausentarse sistemáticamente de las zonas donde los problemas son más graves, y eludir el contacto habitual con la prensa, son prácticas que perjudican gravemente al bien común. Esta desidia genera un mal ejemplo y constituye un motivo de decepción para los ciudadanos, pues lleva a no asumir responsabilidades y crea una mentalidad que mueve a pensar que los problemas no tienen solución.

Correcto, pero las palabras abulia y desidia son extremadamente benévolas. Las acciones descritas son también manifestación de corrupción y manipulación. Son prácticas susceptibles de fiscalización y control por parte de los órganos autorizados que, muchas veces, han pasado inadvertidas para quienes debieran haberlas perseguido.