Para discutir a fondo XII

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política, Sociedad

La economía requiere un orden legal

“§ 33. La división del poder debe proclamarse no sólo a la hora de limitar la arbitrariedad estatal. Pensamos que la concentración indebida del poder económico afecta la libertad de una forma semejante a la concentración del poder en manos del Estado, pues obstaculiza el sano funcionamiento de los mercados, detiene la exploración creativa y deteriora la vida en sociedad. El estancamiento económico, institucional y moral de los países donde el Estado asume todas las funciones económicas, no difiere demasiado del de aquellos donde los monopolios u oligopolios privados hacen y deshacen a su antojo. Preocuparse sólo de una de estas amenazas, la que proviene del Estado, constituye una miopía política y hace perder credibilidad a los defensores de la libertad económica. Se trata, en definitiva, de dar forma a una economía que funcione de manera coherente con el juego democrático, donde el poder económico no se sitúe más allá de la legalidad, esté dividido, se excluyan las prácticas contrarias a la libre competencia, y todos tengan la oportunidad de emprender. De este modo, no será la fuerza quien defina el resultado de la competencia, sino la perseverancia, el esfuerzo y la creatividad.”

Sensatas consideraciones que podrían haber hecho referencia a la necesidad de que las universidades y los gremios empresariales asuman la responsabilidad de entregar una formación más sólida en ética económica. Al omitirse esta dimensión, pareciera que lo único que pudiera evitar esa concentración del poder económico fuese la fiscalización estatal. ¿Y quién asegura que los fiscalizadores serán justos y no ideologizados si también ellos hubiesen carecido de formación ética? ¿El solo ministerio de la ley? No.

El valor central del trabajo

“§ 34. En una economía de base republicana, el trabajo no es sólo un factor productivo, sino el eje de la vida económica. Es necesario difundir en el país una cultura del trabajo, donde se valore la perseverancia, el orden, la honestidad, la puntualidad y el respeto a la palabra empeñada. Pero para que esta cultura permita el crecimiento humano es necesario preocuparse por las condiciones en que se ejerce la actividad laboral, particularmente las que permiten compaginar trabajo y familia, como también las que promueven la igualdad de género en las remuneraciones. Al mismo tiempo, para que los sindicatos ocupen un lugar fundamental en el genuino mejoramiento de las condiciones laborales, es necesario que su acción se oriente al bien común y no sean instrumento de intereses ajenos al mundo del trabajo.”

Tres aspectos bien tratados, aunque se pudo ser más preciso. Efectivamente, los hábitos laborales son una de las claves de la vida social, mucho más que de la vida económica. En el trabajo las personas pueden encontrar -si se desarrolla una auténtica mirada finalista- buena parte del sentido de sus vidas, no sólo la explotación de sus habilidades específicas. Por otra parte, se pudo hacer un vínculo más explícito entre trabajo, familia y desarrollo de la natalidad. Finalmente, qué justo habría sido reconocer abiertamente la importancia pionera de la doctrina gremialista sobre los cuerpos intermedios al referirse a los sindicatos.