Para discutir a fondo

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política, Sociedad

En las próximas semanas iremos comentando el valioso documento “Manifiesto por la República y el Buen gobierno”, que va acompañado de “una invitación a pensar”, la que aceptamos a través de esta instancia.

Como se sabe, el texto que lleva fecha simbólica de 12 de febrero pasado, está firmado por los políticos Hernán Larraín y Andrés Allamand y por los profesores universitarios Ramiro Mendoza, Joaquín García-Huidobro, Hugo Herrera y Pablo Ortúzar.

Les agradecemos su notable esfuerzo y esperamos confrontar nuestras posiciones con las suyas, en un clima de colaboración teórica y práctica.

Lo haremos, semana a semana, citando siempre los párrafos del documento y, a continuación, vendrá nuestro breve comentario. Una vez terminada la tarea completa, publicaremos el documento en su integridad. Usaremos las comillas para los textos originales.

Introducción

§ 1. La llegada del Bicentenario ha coincidido en Chile con una ola de pesimismo y malestar. El país está decepcionado, las instituciones se debilitan y la vida nacional se debate entre posturas antagónicas que parecen irreductibles. La ciudadanía considera que se ha traicionado su confianza y tiene una visión sombría del futuro.

El pesimismo y el malestar, fruto de una observación sociológica, no son lo decisivo; lo que realmente importa es la mirada antropológica que muestra lo pésimo que se está viviendo en Chile, el “estar mal”. El país no sólo está decepcionado, está hecho pedazos moral y culturalmente. Y en esas dimensiones y las consiguientes a ellas, por cierto que hay posturas que son irreductibles. Afirmar que sólo “parecen” serlo, es desconocer la radical incompatibilidad entre diversas visiones de la persona humana.

§ 2. La ilusión de estar a punto de alcanzar un lugar entre los países más desarrollados del mundo se ha ido desvaneciendo. En los últimos años se impuso en las autoridades la idea de que era necesario abandonar el camino de los acuerdos y la ruta de progreso que se había seguido durante la transición. Además, ciertos grupos emergentes sienten que no encuentran eco en la institucionalidad, y permanecen al margen de la misma.

No es efectivo que durante el cuarto de siglo que va de 1990 a 2014 todo se lograra por acuerdos: muchas veces las mayoría se impusieron abiertamente a las minorías; y gracias a los quórum calificados las minorías impidieron la reforma de aspectos esenciales que exigen consensos muchos mayores. Y, además, no debe olvidarse que hubo decisiones –con o sin acuerdos– que en absoluto nos han llevado por “la ruta del progreso”: el divorcio, los acuerdos de unión civil, la píldora del día después. Respecto de los grupos emergentes, si la referencia es a los jóvenes que no votan, la institucionalidad tiene poco que ver: no lo hacen tampoco en sus ámbitos educacionales, aunque los sistemas de participación sean muy amistosos.

§ 3. El presente año estará marcado por las elecciones presidenciales. Ellas corren el riesgo de convertirse en un escenario de descalificaciones y ataques más que de propuestas constructivas. Aunque todo hace pensar que el clima negativo se agriará aún más, no se sigue de allí que los chilenos quieran vivir en una atmósfera cargada de odios y enfrentamientos. Las aspiraciones de unidad, de entendimiento y colaboración no han desaparecido.

Ese riesgo se corre siempre, pero basta con asomarse a las candidaturas de mayor relevancia hoy en carrera para darse cuenta que contienen proposiciones muy interesantes, ciertamente a veces incompatibles unas con otras, pero en su mayoría lejanas en su contenido y estilos de un supuesto clima de odio. Generalizar la agresividad evita tener que señalar a quienes efectivamente la promueven.

§ 4. En razón de lo expuesto, un grupo de políticos y académicos hemos estimado oportuno, antes de que comience la disputa presidencial, hacer una pausa y plantear algunas ideas a la opinión pública. No pretendemos reemplazar los necesarios programas de gobierno ni aludir a las medidas concretas que requiere la presente situación. Más bien queremos atraer la atención hacia algunos bienes y principios fundamentales que deberían orientar la acción política en los complejos tiempos que vienen. Se trata de un documento provisorio, que simplemente pretende aportar elementos para la reflexión de los políticos y el resto de los ciudadanos.

Magnífico el uso de la expresión “bienes” en vez de “valores”, terminología en la que venimos insistiendo hace años. Pero, busque usted el rechazo abierto del aborto en el texto. Encontrará cuatro referencias muy bien hechas a la vida y a la natalidad, pero echará de menos una referencia formal al crimen hoy en discusión. Y le pasará lo mismo con la unidad e indisolubilidad del matrimonio. Una pena de la que haremos comentarios específicos al llegar a esos párrafos.