Para discutir a fondo IV

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Sociedad

Continuamos con nuestro análisis del Documento “Manifiesto por la república y el buen gobierno”. Recordamos que los textos originales del Documento están entre comillas.

Nación Abierta, integración y apertura

“§ 10. La república no se construye sobre la nada: supone un determinado cuerpo social, la nación chilena. Sólo una nación con una fuerte identidad propia está en condiciones de abrirse al mundo y de entrar en diálogo fructífero con otros pueblos. La nación es un pacto entre los vivos, los muertos y los que están por nacer. Se realiza en un territorio determinado, se nutre de una historia y una cultura comunes. Quienes se incorporan a este pacto aceptan sus términos y, tras hacerlo propio, contribuyen a él incrementando este acervo común.”

Muy bien expresado, con acentos de la mejor tradición historiográfica nacional. Una pena, eso sí, que se haya perdido la oportunidad para ser explícitos en el rechazo del aborto y de la eutanasia. Era la ocasión… entre otras.

“§ 11. La nación chilena es el fruto de una fusión, muchas veces dolorosa y conflictiva. Es importante destacar la variedad que convive en nuestra nación y el inapreciable aporte que representa la presencia de los pueblos originarios. Es necesario crear las condiciones para una convivencia común basada en el respeto, el reconocimiento y la colaboración entre las distintas tradiciones culturales, y no en el conflicto y la imposición. Esta convivencia respetuosa debe ser la base para pensar nuestro desarrollo: la pluralidad cultural, étnica o de cualquier otra índole jamás pueden ser un obstáculo para encontrar un destino común para la sociedad.”

Sensato y moderado. Se echan de menos, eso sí, dos conceptos claves. Considerar a los españoles como pueblo originario de Chile (si no lo son, ¿Chile existía antes de ellos?) y una referencia explícita al mestizaje que nos caracteriza, coordenada fundamental de la convivencia común no entre “razas” sino entre los más diversos aportes de sangres distintas.

Atención al pasado y al futuro

“§ 12. Nuestra nación no puede estar cerrada sobre sí misma. La inmigración no es un fenómeno de hoy, que haya que enfrentar con temor y desconfianza, sino un elemento constitutivo de la sociedad chilena: a los pueblos que llegaron primero al continente americano, se unió luego el aporte de españoles, otros europeos, árabes, judíos, asiáticos y hermanos nuestros latinoamericanos. Durante largo tiempo vinieron a nuestras tierras personas de todo el mundo, que compartían el espíritu de trabajo, el amor a la paz y el respeto por nuestras leyes. Chile es la obra conjunta de ellas. Al construirse nuestro país sobre la base del estatuto de la territorialidad y no de la personalidad, se fomentó la igualdad de trato para quienes llegaban a él, de modo que pudieron construir su destino con independencia de su nacionalidad de origen.”

Muy bien expresado; y en parte corrige el defecto del párrafo anterior. Aún así, pudo matizarse la contraposición entre territorialidad y personalidad, ya que incluso dentro de los nacidos en Chile se han consagrado durante largos periodos notables diferencias jurídicas en virtud del criterio personal.

“§ 13. La nación supone respeto por el pasado. No es un esfuerzo refundacional, sino la exigencia de asumir con responsabilidad la herencia de nuestros predecesores y enriquecerla. Esta herencia está marcada por la diversidad. Hay muchas formas de ser chileno, y todas han contribuido, con sus luces y sombras, al bien del país.”

Es tan general la referencia a la diversidad y a las muchas formas de ser chileno, que habría sido necesario precisar más las luces y las sombras. Porque ha habido chilenos que ciertamente han querido destruir el país de todos; y por eso hubo que iniciar una refundación en septiembre de 1973, ignorada en este párrafo y en todo el texto.

Justicia intergeneracional

“§ 14. La nación es tributaria del pasado y está abierta al futuro, lo que impone serias exigencias de administración de lo recibido y de respeto por las generaciones que vendrán. Estas son exigencias de justicia intergeneracional, y van desde la protección del medio ambiente y la forma de organizar nuestras ciudades, hasta el cuidado de los equilibrios fiscales y el mantenimiento de un sistema previsional sustentable. Debemos tratar de dejar en herencia un país mejor que el que recibimos. No podemos financiar nuestros deseos de bienestar actual con deudas económicas, sanitarias o ambientales que deberán pagar nuestros hijos y nietos. Y tampoco podremos transmitir lo recibido si no tenemos herederos. Por eso, la preocupación por el futuro exige atender a un problema de primera importancia política: la natalidad, que asegura la continuidad de Chile como nación.”

Bien planteado. Ojalá se hubiese sugerido alguna medida concreta para desarrollar esa natalidad hoy tan escasa. Y, de nuevo, se omite toda referencia al crimen del aborto. Lo sabido, por callado, se olvida.

“§ 15. Una nación abierta al futuro protege y promueve la familia, pues en el marco de relaciones afectivas permanentes se facilita que los futuros ciudadanos adquieran hábitos de generosidad, templanza, laboriosidad y entrega desinteresada, que resultan fundamentales para una sana convivencia social. Ningún sistema público entrega la protección, afecto y cercanía que pueden brindar los padres a los niños, ni el mismo cuidado cariñoso a sus ancianos y los enfermos.”

Excelente planteamiento. Sólido en conceptos y atractivo. Pero no está destinada la familia sólo a formar a ciudadanos, sino ante todo y para todas las dimensiones de la vida, buenas personas.