El centralismo quema

Guillermo Pérez | Sección: Política, Sociedad

#08-foto-1Siempre se habla de Chile como un país de catástrofes. A pesar de que los incendios y terremotos se han ido repitiendo dolorosamente en los últimos años, pareciera ser que las autoridades poco han sacado en limpio de estas tragedias. Gran parte de los alcaldes en las zonas afectadas por los últimos incendios han sacado la voz para denunciar la lentitud del gobierno, la escasez de recursos y la falta de coordinación entre los distintos estamentos públicos.

No hay que sorprenderse de que así sea. Es imposible solucionar problemas urgentes, que requieren una respuesta inmediata si todas las instrucciones, recursos y facultades están radicadas a cientos de kilómetros del problema. Lo que ocurre hoy en el centro y sur del país es mucho más que un incendio, es la demostración fehaciente de que no podemos seguir teniendo zonas abandonadas a su suerte, con gobiernos locales y regionales sin las herramientas necesarias para hacerse cargo de los problemas presentes en los territorios que “gobiernan”.

El manejo del incendio nos ha devuelto, tal como todas las tragedias, a la realidad brutal de una institucionalidad burocrática, sumamente ideologizada (lo del avión donado es prueba de ello) que necesita, urgentemente, modernizarse y descentralizarse para poder responder a los habitantes de los territorios. Apagar los incendios sin llevar a cabo ciertos cambios institucionales es dar pie a que, verano tras verano, esto siga ocurriendo.

Lo ideal sería que, frente a esta situación, tomemos en serio (de una vez por todas) el proyecto de ley de traspaso de competencias a gobiernos regionales. Si bien elegir intendentes es un gran paso, es clave ahora dotarlos de atribuciones. El foco debe estar en traspasar competencias que incidan efectivamente en la calidad de vida de los habitantes. Debemos atrevernos a discutir la pertinencia del traspaso de parte de las facultades y recursos de los ministerios que concentran gran parte de la inversión pública regional como son MOP y MINVU, los que muchas veces llevan a cabo tareas de eminente vocación local (sí, es poco probable que ocurra, pero para llegar al cerro hay que apuntar a la luna).

Por otro lado, se ha dicho en reiteradas oportunidades que con Piñera sería distinto, que con las “chaquetas rojas” en terreno el incendio no habría llegado a esta magnitud. Puede ser, pero la pregunta que queda rondando finalmente es, ¿debemos seguir creyendo en que solo las autoridades “iluminadas” del gobierno central son capaces de apagar los incendios? ¿Es posible, con este nivel de centralismo, ser eficaces en estas emergencias? ¿No será adecuado que la institucionalidad confíe más en las autoridades locales?

Ni Piñera, ni Guillier, ni Lagos. Ninguno es el mesías que salvará a estas localidades del desastre. Lo único que nos puede permitir revertir episodios como este es dar a los gobiernos regionales y municipales el poder y los recursos necesarios para hacerse cargo. Para los candidatos presidenciales, estas tragedias deben transformarse en un emplazamiento que se traduzca en programas que traten a las regiones con la seriedad y el esmero que corresponde. Después de todo lo ocurrido, ¿qué otra prueba necesitan para darse cuenta de que llegó la hora de la descentralización?

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Demócrata, www.eldemocrata.cl.