La moda descubre la objeción de conciencia

Ignacio Aréchaga | Sección: Política, Sociedad

#11-foto-1-autorAún no sabemos si Donald Trump construirá el muro con México o si pondrá barreras arancelarias a las importaciones chinas. Pero la cuestión candente de la etapa de transición es quién vestirá a la primera dama, Melania Trump. Lo curioso es que, sin que ella se haya dirigido a ningún diseñador, han surgido ya una serie de “no candidatos” a estas primarias de la moda presidencial. No, no es nada personal contra Melania, una exmodelo que, le pongas lo que le pongas, es muy difícil que le caiga mal. Es que no quieren saber nada con la presidencia de Trump.

Hay que tener en cuenta que la industria de la moda, como tantos sectores de la beautiful people y de Hollywood, habían apoyado sin reservas a Hillary Clinton. Quizá algunos tenían ya preparados los diseños para quien ya no sería la Primera Dama sino la Primera Presidenta. Y vienen estos votantes palurdos y echan a perder la colección.

La primera en disparar fue Sophie Theallet, quien aseguró de modo categórico en una carta abierta en Twitter: “No diseñaré ni me asociaré de ningún modo con la próxima Primera Dama. La retórica de racismo, sexismo y xenofobia desatada por su marido en la campaña presidencial son incompatibles con los valores compartidos por los que vivimos”. Quizá esto de juzgar a una mujer por las ideas de su marido –como si ella no pudiera tener las suyas propias– suena un tanto sexista; pero también es comprensible que la diseñadora no quiera que su trabajo redunde en ningún beneficio de Trump, incluso aunque sea a través de la imagen de su esposa.

Quizá el hecho de decirlo en una carta abierta, sin que Melania le haya hecho ningún encargo, refleja un afán de autopromoción, de dejar claro que uno está entre los bien pensantes, o incluso la pretensión de encabezar un boicot del mundo de la moda. Pero está en su derecho.

En la misma línea se han manifestado otros diseñadores. Así, Tom Ford (“Ella no es mi imagen”) o Marc Jacobs (“Prefiero dedicar mis energías a ayudar a los que serán dañados por Trump y sus partidarios”). En el fondo, es una cuestión de valores, como deja claro Phillip Lim, quien solo quiere ser asociado con “hombres y mujeres que compartan un conjunto similar de valores, deseos e ideologías: inclusión, diversidad, justicia, conciencia, innovación…”. Lo de descartar a Melania y a los votantes de Trump en nombre de la inclusión y la diversidad es sin duda un patrón ideológico muy exclusivo. Pero está en su derecho.

En cambio, otros diseñadores se han declarado dispuestos a trabajar para la futura Primera Dama. Entre ellos Tommy Hilfiger, quien piensa que “los diseñadores deberían estar orgullosos de vestir a Melania Trump. Es una mujer muy bella”. Podríamos decir que es como contar con una top model para exhibir tus diseños, y que encima te paga por llevarlos.

También Cynthia Rowley está en contra de mezclar moda y política. Además, la cuestión le parece irrelevante: “Melania puede comprar lo que quiera. ¿Cómo vamos a controlarlo?”.

Si a los que se niegan de antemano a diseñar para Melania Trump les acusaran de estar discriminándola por su orientación política, se rasgarían las vestiduras. Dirían que son muy libres de elegir su clientela, que no están dispuestos a contribuir con su trabajo al ascenso de Trump, que no quieren verse asociados con los nuevos inquilinos de la Casa Blanca, que Melania tiene otros modistos a quien recurrir. Y tendrían razón.

#11-foto-2Lo anormal es que estos diseñadores apoyaran a una candidata como Hillary Clinton, cuyas políticas niegan a otros profesionales esta misma libertad para ser coherentes con sus valores. Si Marc Jacobs no quiere que Melania Trump lleve sus modelos, ¿por qué un sastre no puede negarse a hacer un traje al novio de una boda gay? ¿Por qué un pastelero es condenado por negarse a hacer una tarta para una ceremonia de este tipo que, a su juicio, desnaturaliza el matrimonio? Si unos modistos no quieren verse asociados de ningún modo con unas ideas políticas que rechazan, ¿por qué un médico objetor del aborto o de la eutanasia no va a tener derecho a mantenerse al margen de prácticas que condena? Estos modistos objetores, ¿estarían obligados a buscar para Melania otro diseñador dispuesto a atender sus pedidos como algunos exigen al médico objetor?

Lo que los modistos objetores defienden es una libertad muy necesaria en una sociedad pluralista: la libertad de conducir la propia vida y los propios negocios conforme a las propias ideas. Están ejerciendo la libertad de discriminar, la libertad de asociarte y trabajar con la gente que piensa del mismo modo y de no hacerlo con los que piensan lo contrario, la libertad de no verte obligado a hacer cosas contrarias a tus convicciones.

No parece que estos desplantes de algunos diseñadores vayan a ser un obstáculo para que la Primera Dama se vista como quiera. Pero al menos han servido para descubrir que hay diseñadores con una conciencia tan delicada, por no decir escrupulosa, como para rechazar verse involucrados en la política de Trump ni tan siquiera con algo tan lejano como los vestidos de su esposa. Es de esperar que sabrán defender también la misma libertad profesional en otros campos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog El Sónar, http://blogs.aceprensa.com/elsonar.