El problema de las firmas
Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política
Para que un partido quede legalmente reinscrito, debe juntar unas 18 mil firmas; para que un candidato presidencial independiente pueda presentar oficialmente su candidatura, debe consignar 35 mil firmas.
Esta curiosa disparidad no tiene explicación racional.
Los partidos son entidades permanentes, con personalidad jurídica, dotados de la enorme facultad de presentar candidatos presidenciales a primarias, primeras y segundas vueltas, así como candidatos a senadores, diputados, cores, alcaldes y concejales, por el solo hecho de ser partidos legalmente inscritos. Además, reciben reembolsos monetarios por las votaciones obtenidas. Pero, junto a esas grandes atribuciones, se les pide una cantidad muy pequeña de firmas para existir durante al menos cuatro años; y, además, logran subsistir a partir de resultados mínimamente aceptables: si los obtienen, no necesitan re afiliar militantes. La cantidad de firmas iniciales es realmente desproporcionada con la importancia de sus tareas y con lo que se le pide a los independientes.
Sí, porque los independientes, por su parte, requieren de muchísimas firmas para cualquier candidatura y esas adhesiones no les sirven para ninguna persistencia de sus proyectos en el tiempo, ganen o pierdan (ningún candidato presidencial independiente, por ejemplo, podría aprovechar sus 35 mil firmas, para constituir de inmediato un partido).
¿Y a los partidos les pasa algo si en sus elecciones internas sólo vota una cantidad inferior al 50% o incluso un porcentaje mínimo? No, no les pasa nada; esas elecciones internas son perfectamente legales. En RN acaba de votar el 8.3% del padrón, y en la UDI, el 8.1%. Si hasta en las federaciones de estudiantes las elecciones con menos de un 40% de participación se consideran nulas…
Esta curiosa disparidad sólo tiene una explicación pragmática: la legislación ha sido redactada y aprobada muy mayoritariamente por militantes de partidos políticos, quienes simplemente han buscado poner una alta barrera de entrada a los independientes y asegurar del modo más fácil posible la subsistencia de sus propias colectividades y, en general, de un sistema de partidos.
Se escandalizan de que pudiera haber una decena de candidatos presidenciales, varios independientes entre ellos, pero no les produce molestia alguna el que en las próximas parlamentarias quizás llegue a haber unas 30 a 40 colectividades en la papeleta.




