Días ingratos para Valparaíso

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política, Sociedad

#02-foto-1-autorVoy a Valparaíso una vez al mes hace casi diez años, para trabajar ahí con jóvenes de los diversos Movimientos Gremiales de las universidades de la ciudad. Y en paralelo –dos veces por año– me doy una larga caminata por los cerros con alumnos de la PUC. Quizás hemos completado ya las 30.

Sé que entiendo muy poco del puerto principal, aunque almuerce con frecuencia en la caleta El Membrillo y use el Metroval con enorme agrado (sobre todo, para evitar las carreras de la muerte de las micros por avenida España). Sé que mis fuentes de información son justamente las más lejanas y contrarias a los grupos que acaban de triunfar en la elección para la alcaldía, pero aún así, el olfato indica varias cosas.

Gobernar Valparaíso es una tarea titánica, probablemente para un alcalde, la más difícil del país. No sólo por la muy deteriorada condición urbana, sino por la apocalíptica situación financiera.

Exige tres cosas: Experiencia en gestión, trabajo incansable, sentido de la unidad ciudadana.

El nuevo alcalde hace su debut en tareas de gestión y no precisamente a cargo de Cachiyuyo. Si la tasa de errores de quien ya ha trabajado por años en administrar municipios es alta (la complejidad de los problemas, el tironeo de los ciudadanos…), el porcentaje de equivocaciones del nuevo equipo puede terminar en el Guinness. De la Josefa sólo podrían aprender eso: cómo equivocarse habitualmente.

Además, los sostenedores del nuevo alcalde no se caracterizan precisamente por trabajar de modo constante y productivo. Herederos de los chilenos del 67 y de los franceses del 68, cuando llega el momento de meterle un día y otro a las pegas rutinarias, ¡uf, qué ganas de volver a estar en campaña!, para dedicarse en realidad a los discursos, las pinturas y los tweets. Esto de trabajar en silencio y por servir, definitivamente no les va. Quizás el cuarto lugar de Crecer en las elecciones de FEUC, después de un año de No-federación algo indique…

Por último, de la unidad no son precisamente devotos. ¿Trabajar unidos con las fuerzas derrotadas, tanto concertacionistas como derechistas? ¿Trabajar unidos con los empresarios? ¿Trabajar unidos con la Armada? ¿Trabajar unidos con los rectores universitarios de la Región? ¿Trabajar unidos con Wanderers? No, ya se sabe que para los autónomos y los revolucionario demócratas, ahí está representada la burguesía hegemónica cuyo sentido común ha sido impuesto a los chilenos. De esa unidad, ni hablar.

Días ingratos le esperan a Valparaíso.